Organizaciones como la CEPAL o la FILAC están de acuerdo en que, para reconocer el derecho a la autodeterminación de los pueblos originarios, se les debe conceder un rol protagónico en los espacios de toma de decisiones. De esta manera, la integración de los pueblos y sus saberes puede llevarnos a reformular la concepción de “desarrollo” con énfasis en el buen vivir y la construcción de sociedades pluriculturales, inclusivas, equitativas y no discriminatorias.En este sentido, la Asociación Civil Pata Pila, junto a la fundación ProYungas y el co-financiamiento de la Unión Europea, llevan adelante un proyecto que busca restituir derechos humanos básicos en 16 comunidades originarias de Embarcación, Pichanal y Alto la Sierra, en el norte de Salta, trabajando activamente con los pueblos wichí, chorote, toba y ava guaraní de la región.El proyecto recibe el nombre de “Llegar al Norte” y busca la conformación de emprendimientos socio-productivos sustentables entre las madres que asisten a los Centros de Atención a la Primera Infancia, conocedoras de su rol como cuidadoras de los recursos naturales y guardianes del conocimiento artesanal.En el marco del proyecto, se realizó a fines de julio un encuentro que reunió a más de 50 mujeres artesanas provenientes tanto de Embarcación y Alto de la Sierra, provincia de Salta, como también de Campo del Cielo, provincia de Formosa, para generar un espacio de diálogo e intercambio de saberes sobre experiencias de producción, organización y comercialización de artesanías.Junto a la formalización de los emprendimientos productivos llevados adelante por mujeres de estos pueblos originarios, la realización de talleres para el manejo forestal de la materia prima y la estandarización de artesanías, inventarios y diseños que contempla el proyecto, estos encuentros tienen por objetivo el fortalecimiento de estos grupos de mujeres artesanas, para que juntas puedan conformar nuevas redes de comercialización.
[EFEMÉRIDE] Hoy, #DíaInternacionalDeLosPueblosIndígenas, el proyecto “Llegar al Norte”, reconoce el papel decisivo que juegan las mujeres en las comunidades y pueblos indígenas en la preservación y transmisión de conocimientos y prácticas tradicionales. pic.twitter.com/fjvVDaA5hF
— Fundación ProYungas (@proyungas) August 9, 2022
Turismo
Desde hace varias décadas el turismo rural comunitario viene creciendo en América Latina como propuesta productiva de los pueblos originarios. Cada vez son más las aldeas que se organizan para ofrecer a los visitantes la posibilidad de conocer sus paisajes y su relación con la naturaleza, sus modos de vida, sus expresiones culturales y conocimientos ancestrales.La principal diferencia con el “turismo indígena” es que los pueblos originarios ya no son vistos y tratados como un espectáculo dentro del recorrido turístico, para que el viajero los vea y saque fotos en sus vestimentas típicas. En el turismo rural comunitario son las propias aldeas las que planifican, organizan y acompañan al turista mientras se adentra en la comunidad y tiene la oportunidad de compartir con ellos sus comidas y costumbres desde su propia cosmovisión.
En la región NEA HOY son cinco las comunidades wichis, tobas y Mbya guaraní que forman parte de la Red de Turismo Rural Comunitario y ofrecen recorridos turísticos en el impenetrable chaqueño y en la selva misionera.Cinco comunidades indígenas – wichis, Mbya guaraní y tobas- diseminadas entre Chaco, Formosa y Misiones, componen la Región Litoral de la Red de Turismo Rural Comunitario. Sumado a esto, recientemente la comunidad Mbya de Perutí, de la localidad misionera de Caraguatay, organizó un sendero a través del cual se va guiando a los viajeros a través de los distintos rasgos de su cultura.
En diálogo con NEA HOY, el técnico de la Secretaría de Agricultura Familiar de Nación y miembro de la comunidad Javier Villalba, comentó que el emprendimiento es una oportunidad de diálogo con intercultural y tiene un fuerte hincapié en la difusión y concientización del cuidado de la selva nativa desde la cosmovisión guaraní.
La aldea ya ha recibido comitivas de varias instituciones educativas y, como explica Villalba, la idea es recibir pequeños grupos de turistas una vez por mes para ir practicando y estar preparados para recibir un mayor número de visitantes durante la temporada alta.
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