En las últimas semanas de noviembre, en medio de las discusiones sobre la exportación y el precio de la carne, las cooperativas reunidas en la Mesa Agroalimentaria Argentina inauguraron una carnicería agroecológica, con el objetivo de demostrar que se puede producir carne de mejor calidad y más barata que el precio marcado por las grandes cadenas.
Los actores involucrados confirmaron que la inauguración fue un éxito, convocando a una gran cantidad de gente y agotando el stock del día a mitad de la jornada. En diálogo con NEA HOY, el tesorero de la Cooperativa Agrícola Ganadera de Armstrong Ltda Silvio Antinori describió las claves que hicieron posible la proeza.
La producción agroecológica
Lo que hace que la carne vendida en el mercado de Avellaneda sea agroecológica es que los animales crecen en el campo, en vez de los “feedlots” o corrales de engorde como la gran mayoría de los cortes que se venden en Argentina.
Manteniendo al ganado en corral y alimentándose con granos se redujo el tiempo de producción, llegando en 90 días el peso que en los campos se obtenía en seis meses. Para los pequeños productores, vender el novillo a los feedlots era una forma obtener ganancias más rápido y no tener que absorber los costos del engorde.
Sin embargo, amontonar esa cantidad de ganado produce concentraciones de heces y orinas que pasan a las napas subterráneas. Por otro lado, requiere de cantidades de hormonas y antiparasitarios que, al igual que los granos para su alimentación, suben los costos de producción en la medida en que sube el dólar, mientras que la producción en campo mantiene sus costos pesificados.
El compromiso de los productores de la Mesa Agroalimentaria Argentina hace que adopten el estilo de producción más clásico, donde los animales se crían al aire libre y se alimentan con pastura natural, sin necesidad de recibir hormonas ni antiparasitarios.
Si bien la lógica del feedlot en un momento contribuyó a mantener los precios mientras se cumplía en menor tiempo con las demandas del mercado interno, con esta experiencia las cooperativas están demostrando que la producción clásica vuelve a ser beneficiosa tanto para el medio ambiente como así también para los distintos actores de la cadena productiva.
El factor precio y la articulación entre los actores
Según explicó Antinori, la experiencia fue posible gracias al trabajo articulado de los distintos actores de la cadena productiva: por un lado, la Mesa Agroalimentaria Argentina reúne a una diversidad de cooperativas y movimientos sociales, como la Unión de Trabajadores de la Tierra y la Federación de Cooperativas Federadas.
A esto se le suma la Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología (RENAMA) y por último el frigorífico recuperado “SUBPGA”, que fue clave por su cercanía que ayudó a reducir el los costos de producción.
“Esto evita varios intermediarios y hace que tanto el productor como el consumidor se beneficien”, describió Antinori, “las dos puntas de la cadena, que es lo más difícil, porque en los pasos intermedios es donde está, a veces, el problema del precio final de los alimentos”.
De esta forma, además de pesificar los costos de producción al engordar las cabezas en el campo en vez de feedlot, las cooperativas lograron amortizaron los costos del flete articulando entre distintos actores locales.
“Pero depende también de una concientización en la cadena de producción”, advirtió el tesorero de la Cooperativa Agrícola Ganadera de Armstrong y agregó que “todos los actores de la cadena tienen que ser consciente de que tenemos que producir pensando en poner la comida en la mesa de los argentinos. Si todos pensamos en sacar la mayor ganancia se hace difícil”.
La necesidad de promover la articulación desde el Estado
La primera experiencia se realizó en el mercado de Avellaneda. La Unión de Trabajadores de la Tierra posee nueve mercados más en los que se está planificando pronto habilitarlos como nuevos puntos de venta de carne agroecológica. Mientras tanto, la Mesa Agroalimentaria Argentina se encuentra articulando actores locales en provincias como Córdoba y Mendoza.
Para Antinori, este es un caso testigo de que “otra forma de producción es posible”. Pero para expandirla, es necesario generar las condiciones y acompañar desde el Estado con políticas que propicien la articulación de los distintos actores de la cadena productiva en cada región del país para posibilitar estas experiencias que beneficien al productor, al comerciante y al consumidor.
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