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Sábado 07 de diciembre de 2024
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La Tigresa Acuña, con los puños en alto por la reivindicación feminista

Coqueta y revulsiva, irrumpió en un mundo que era –injustamente- sólo de hombres. La formoseña cambió el paradigma del boxeo nacional. Sus consagraciones fueron un imponente puntapié inicial, pero la lucha por la igualdad continúa.

Coqueta y revulsiva, irrumpió en un mundo que era –injustamente- sólo de hombres. La formoseña cambió el paradigma del boxeo nacional. Sus consagraciones fueron un imponente puntapié inicial, pero la lucha por la igualdad continúa.

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“La mujer nunca podrá representar fortaleza. La sociedad no quiere verlas arriba de un ring porque queda antiestético, entonces que busquen otra actividad”, dijo alguna vez Horacio Pagani, periodista deportivo especializado en boxeo. Sin embargo, años más tarde pedía entradas para ver a la Tigresa Acuña en el cuadrilátero del Luna Park. Eso generó y consiguió la oriunda de Formosa.

La Tigresa Acuña creció en una familia de clase baja, con dos padres trabajadores. Su mamá quería que hiciera danza española pero, Marcela tenía un sueño: ser deportista de élite. A los 14 años fue campeona sudamericana de su categoría en karate, además de destacarse en full contact. Allí experimentó una sensación de la que nunca podría escapar: la de ser reconocida por la gente.

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Su precoz maternidad la obligó a alejarse de la competencia, pero sabía que sería por un tiempo corto. Cuando decidió retomar, eligió el boxeo, acompañada por Ramón Chaparro, su entrenador, quien luego se convertiría en su esposo. El calendario de efemérides tiene un puntito rojo en el 5 de diciembre de 1997, jornada en que la Tigresa Acuña disputó su primera pelea profesional. Fue en Estados Unidos frente a Christy Martin, su referente. Un año más tarde, chocó frente a Lucía Rijker. Cayó en ambos combates, pero la chica que había dejado las castañuelas no se dio por vencida.

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La Tigresa se consagró campeona argentina pluma el 19 de enero de 2002.

A raíz de su lucha, en 2001, la Federación Argentina de Box –que la miraba de reojo- le entregó la licencia para pelear en el país, la primera para una mujer. Su sueño inicial estaba cumplido: reglamentar el boxeo femenino. Su carácter, carisma y talento hicieron que muchas mujeres se sumaran a la tendencia. Su camada la completan Alejandra “Locomotora” Oliveras, Jessica “Tuti” Bopp y Carolina “Turca” Daer, mientras que las nuevas generaciones tienen a Érica “Pantera” Farías y Yésica “Leona” Marcos entre las más destacadas.

Esos años fueron duros para la Tigresa. El estigma seguía. “El boxeo es un deporte de hombres” decían históricos como Jorge “Locomotora” Castro, idea que también sostenían varios periodistas.

“No sé por qué en el boxeo hubo tanta crítica hacia la participación de la mujer, no entiendo la resistencia. Las trabas y las críticas me potenciaban. Cuando me decían que no iba a poder por ser mujer, me reía. Iba en contra de compañeros de gimnasio, del periodismo, de algunos boxeadores y hasta de la Federación Argentina de Box. Pero me gané el respeto de todos”. Lo hizo a fuerza de ideales, pero también de títulos. En 2003 se consagró campeona mundial Supergallo WIBA tras vencer a la panameña Pinnock Ortega. Retuvo la corona al año siguiente, al doblegar a Daysi Padilla.

La Tigresa Acuña fue campeona mundial de peso Pluma y Supergallo.

Y fue por más. En 2005 fue campeona en peso Pluma WIBA, aunque fue con un lujo incluido: el combate se organizó en su Formosa natal, ante los ojos de quienes la vieron de pequeña con el cinturón negro de karate y lanzando gestos técnicos de full contact.

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Los títulos valen, y mucho. Pero, según la propia Tigresa Acuña, su mayor logro no radica allí: “Lo que más valoro del deporte es haber conseguido la reglamentación del boxeo femenino y el reconocimiento por parte de la gente. Y volvería a hacerlo una y mil veces”.

Es que su compromiso popular es noble. Busca la igualdad entre hombres y mujeres, pero también entre las clases sociales. Por eso, tras colaborar con diferentes instituciones, incursionó en la política –fue concejala de Tres de Febrero entre 2009 y 2017-. “Cuando uno está afuera piensa que, al entrar, va a poder hacer todo lo que antes no podía o lo que otros no hicieron. Pero es muy difícil porque hay que convencer a mucha gente de muchas cosas. También es complicado ser políticamente correcta. Entré para demostrar que no todos son corruptos, no todos hacen las cosas mal y que podemos hacer cosas sin prometer y sin defraudar a la gente”.

Acuña entró en política por contactos con el Kirchnerismo, pero luego se acercó a Sergio Massa, para más tarde apoyar la candidatura presidencial de Daniel Scioli en 2015.

Argentina tiene nueve boxeadoras campeonas del mundo vigentes y en actividad. Una de ellas es la Tigresa (45-6-1 es su récord). A los 44 años ve cerca su retiro, pero seguirá buscando igualdad: “Hay un solo canal que da nuestras peleas. No tenemos sponsors grandes que pongan dinero. Aún con los títulos, es difícil vivir de este deporte siendo mujer. Tenemos que conseguir que las bolsas de los combates internacionales sean similares a las de los hombres. No podemos vivir de los títulos mundiales, tenemos que trabajar, lo hacemos más por pasión que por dinero”.

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