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Argentina investiga vacunas contra pandemias del futuro en medio de brotes por baja vacunación

Mientras el país avanza en investigaciones estratégicas para prevenir futuras pandemias, la caída histórica de la vacunación, el resurgimiento de enfermedades erradicadas y la expansión del discurso antivacunas exponen una peligrosa contradicción sanitaria con impacto social, laboral y económico.
Investigadores argentinos trabajan en el desarrollo de una vacuna con tecnología de ARN mensajero contra el virus de la Influenza Aviar A.
Investigadores argentinos trabajan en el desarrollo de una vacuna con tecnología de ARN mensajero contra el virus de la Influenza Aviar A.

Argentina atraviesa una paradoja sanitaria cada vez más evidente. Por un lado, el sistema científico nacional avanza en desarrollos tecnológicos de punta para anticiparse a futuras pandemias; por el otro, el país registra un retroceso alarmante en las tasas de vacunación que pone en riesgo la salud colectiva y reabre la puerta a enfermedades que estaban controladas o directamente erradicadas.

En ese contexto, investigadores argentinos trabajan en el desarrollo de una vacuna candidata con tecnología de ARN mensajero (ARNm) contra el virus de la Influenza Aviar A(H5N1), considerado uno de los patógenos con mayor potencial pandémico a nivel global.

El proyecto es liderado por la empresa Sinergium Biotech junto al Instituto de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Médica UBA-CONICET (IVMPAM), con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Medicines Patent Pool (MPP).

Aunque las vacunas estacionales continúan siendo eficaces para reducir hospitalizaciones y cuadros graves, la OPS advirtió sobre la necesidad urgente de reforzar la vacunación y la vigilancia epidemiológica.

La iniciativa busca fortalecer la soberanía sanitaria y posicionar a Argentina como referente regional en preparación pandémica. La tecnología de ARNm que se desarrolla en la planta de Garín es flexible y adaptable, lo que permitiría modificar rápidamente una vacuna ante la aparición de un nuevo patógeno.

El objetivo estratégico es ambicioso: lograr una vacuna contra una eventual “Enfermedad X” dentro de los 100 días posteriores a su detección. Los primeros resultados preclínicos, tras ensayos en ratones y hurones, se esperan para 2026 y los conocimientos serán compartidos con países de ingresos medios y bajos.

Sin embargo, este avance científico convive con una realidad sanitaria crítica. La gripe vuelve a convertirse en una amenaza concreta, con un inicio temprano de la temporada de influenza en el hemisferio norte y la circulación de una nueva variante de influenza A(H3N2) en más de 30 países.

La caída histórica de la vacunación en Argentina ya tuvo consecuencias: reaparecieron casos de sarampión, coqueluche y hasta polio, enfermedades que se consideraban bajo control.

Aunque las vacunas estacionales continúan siendo eficaces para reducir hospitalizaciones y cuadros graves, la OPS advirtió sobre la necesidad urgente de reforzar la vacunación y la vigilancia epidemiológica.

En Argentina, el problema es más profundo. El país atraviesa el peor derrumbe histórico de las coberturas del Calendario Nacional de Vacunación. Datos recientes muestran que la vacuna triple viral cayó del 90% a apenas el 46% en 2024, mientras que la cobertura contra la poliomielitis se redujo al 47%, muy por debajo del 95% recomendado para garantizar la inmunidad colectiva.

Este escenario de fragilidad inmunológica ya tuvo consecuencias: reaparecieron casos de sarampión, coqueluche y hasta polio, enfermedades que se consideraban bajo control.

A este retroceso se suma la consolidación del discurso antivacunas, que dejó de ser marginal para instalarse incluso en ámbitos institucionales. Un encuentro impulsado en el Congreso de la Nación para cuestionar la seguridad y composición de las vacunas contra el COVID-19 fue duramente rechazado por el sistema de salud y por entidades médicas, que alertaron sobre el “enorme peligro social” de difundir información sin sustento científico. Especialistas advierten que estos mensajes erosionan la confianza pública y debilitan políticas sanitarias esenciales.

El proyecto de la nueva vacuna Argentina es liderado por la empresa Sinergium Biotech junto al Instituto de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Médica UBA-CONICET (IVMPAM), con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Medicines Patent Pool (MPP).

El impacto de la vacunación trasciende la salud individual. Mantener altas coberturas permite sostener la presencialidad laboral, educativa y social, evitando cierres de escuelas, restricciones a la movilidad y pérdidas económicas como las vividas durante la pandemia de COVID-19. El debilitamiento de los programas de inmunización no solo incrementa el gasto estatal para contener brotes, sino que amenaza derechos básicos y la vida cotidiana.

Así, mientras Argentina invierte en ciencia para evitar futuras cuarentenas, el retroceso en la vacunación expone una contradicción peligrosa: el conocimiento avanza, pero la protección colectiva retrocede. Resolver esa brecha es hoy uno de los desafíos sanitarios más urgentes del país.

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