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Apología del machismo: Bullrich y la banalización del femicidio

Las declaraciones de Patricia Bullrich, quien afirmó que “la ola de femicidios es una reacción a los excesos del feminismo”, desataron un fuerte repudio de organizaciones feministas, periodistas y referentes de derechos humanos. En lo que va del año, se registraron entre 164 y 196 femicidios en el país, según los observatorios.
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La Ministra de Seguridad y futura Senadora Nacional, Patricia Bullrich, volvió a dar de qué hablar al afirmar que “la ola de femicidios es una reacción a los excesos del feminismo”. Lo dijo en un stream del oficialista “Gordo Dan”, mientras que el país lloraba el doble femicidio perpetrado por Pablo Laurta, referente de una agrupación anti-feminista.

Si lo que hacés vos es generar una idea de que estás empoderada y sos capaz de pisotear a cualquiera, sea hombre, tu padre o tu madre; si a alguien lo pisoteás, finalmente lo que termina pasando es que te viene en contra”. Luego agregó que el “el desequilibrio que se generó con el feminismo extremo te lleva a situaciones en las que la violencia es tan fuerte que termina destruyendo a la misma persona que genera esa lógica”.

Organizaciones feministas, referentes académicas, comunicadoras y colectivos de derechos humanos repudiaron los dichos y denunciaron que la funcionaria legitima la violencia patriarcal y culpabiliza a las víctimas. Esto es aún peor cuando recordamos que lo que debería hacer es asumir la responsabilidad estatal de prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género. “Es una apología de la violencia machista”, dijo la periodista Fabiana Solano.

El discurso que demoniza

Las declaraciones de Patricia Bullrich, refuerzan discursos antifeministas como los de “Varones Unidos” y justifican la violencia machista. El antifeminismo parte de la falsa idea de que los derechos de las mujeres avanzan a costa de los de los hombres, lo que alimenta el resentimiento y puede fomentar más violencias. Por eso resulta gravemente irresponsable que una funcionaria legitime estas posturas.

El feminismo, lejos de provocar violencia, surge como una respuesta pacífica ante una desigualdad estructural que habilita el machismo y los femicidios. Quienes temen los avances del feminismo en realidad temen perder privilegios e impunidad. La respuesta no debe ser la desinformación, sino la educación y la igualdad. Las mujeres no son asesinadas por conquistar derechos, sino porque el Estado, la sociedad y el sistema económico siguen sin garantizarlos ni protegerlas.

Números que preocupan

Según el Observatorio de Femicidios de la Casa del Encuentro, en lo que va de 2025 se registraron 164 femicidios en Argentina. Pero las cifras de MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) son peores: 196 mujeres asesinadas por razones de género. Los números empeoraron en octubre, cuando hubo 11 víctimas en 15 días. Esto hizo que lo que antes era un femicidios cada 35 horas ahora sea un femicidio cada 28 horas.

La violencia aumenta y, a la par, se vuelve más cruel y pública, muchas veces anticipada por denuncias que no encuentran quién las escuche en un Estado ausente. En Santa Fe, la provincia volvió a movilizarse tras una semana de horror: 3 mujeres asesinadas y un intento de femicidio en apenas 5 días. En todos los casos, los agresores eran parejas o exparejas con antecedentes de violencia. La Asociación Civil Generar organizó la marcha y, desde la organización, expresaron que: “Cada vida que se apaga es una llamada urgente a la acción”

Banalización de la violencia: la crueldad convertida en espectáculo

En paralelo al aumento de los femicidios, crecen los episodios de banalización de la violencia machista. En San Juan, un boliche promocionó una fiesta de Halloween simulando el secuestro de una mujer, en Córdoba, un estudiante se disfrazó de “mujer violada” durante su viaje de egresados en Bariloche y en Entre Ríos y Córdoba, empleados de estaciones de servicio grabaron videos metiendo en bolsas de consorcio a mujeres.

Lejos de ser “bromas”, estos hechos revelan una normalización del horror: la violencia se vuelve parodia, la víctima se transforma en objeto de burla. Compañeros de clase del estudiante cordobés, publicaron un pedido de disculpas a pedido de la institución educativa a la que pertenecen. En el texto, decían que son “conscientes de la gravedad de lo sucedido”, que se trata de un “tema delicado” y que la actitud del joven “no representa los valores enseñados en la institución”. Pero los especialistas en género coinciden en que estas representaciones configuran violencia simbólica, un tipo de agresión legitimada culturalmente que refuerza la desigualdad y la deshumanización de las mujeres.

La cara visible del horror

Durante las últimas semanas, los casos de femicidio fueron uno tras otros. En Misiones, la oficial Daiana Raquel Da Rosa fue asesinada por su expareja, también policía, quien luego se suicidó. También en Santa Fe, Rosa Gabriela Larrosa, de 45 años, fue apuñalada delante de sus hijos por un agresor que tenía una orden de restricción. En Reconquista, Carol Mora, de 21, fue asesinada junto a un amigo por su pareja, que convivió con el cuerpo durante horas.

A estos nombres se suma el caso de Lourdes Fernández, la exintegrante de Bandana, hallada tras permanecer días retenida en el departamento de su pareja, Leandro García Gómez, quien fue imputado por privación ilegítima de la libertad.

“Lourdes lo viene sufriendo desde 2020. Él es un maltratador, misógino y rancio”, declaró su representante, Ioja, en diálogo con medios nacionales. “Él podría haberla matado. Estoy feliz de que haya sido detenido”. “Prefiero que Lourdes se enoje conmigo antes que tener que lamentarla frente a un cajón”, dijo su compañera de banda, Lissa Vera.

La reacción conservadora y el peligro del discurso

El discurso de Bullrich no es aislado. Responde a una reacción conservadora y antifeminista que busca deslegitimar las luchas que lograron avances históricos, como la Ley Micaela, la Ley de Identidad de Género o la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Pero mientras el Gobierno nacional niega la crisis, los territorios siguen sosteniendo la respuesta. Las organizaciones feministas, sociales y sindicales llenan el vacío estatal con redes de acompañamiento, refugios autogestionados y talleres de contención.

Lo cierto es que para un Gobierno Nacional que recortó fondos destinados al acompañamiento de víctimas, desarticuló programas territoriales y redujo drásticamente los recursos del ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, hoy absorbido bajo la órbita de Capital Humano, el pedido de declaración de emergencia parece caer en oídos sordos y en este escenario, culpar al feminismo resulta tan falaz como peligroso.

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