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Milei llegaba con respirador a las elecciones y Trump le desenchufó el cable

El almuerzo con Donald Trump, que debía ser una muestra de respaldo internacional, terminó en un papelón diplomático y una corrida de los mercados. El apoyo de Estados Unidos dura mientras Milei conserve poder político.

Es increíble, pero puede ser que a menos de 2 semanas de las elecciones legislativas nacionales, el Gobierno de Javier Milei esté atravesando su peor momento desde que llegó al poder. Lo que pretendía ser una muestra de poder y respaldo internacional terminó siendo un papelón, y lo que es peor, un papelón diplomático, que encima decantó en una corrida de los mercados y, aún peor para el Gobierno Nacional, la confirmación de lo que muchos ya sospechaban: Estados Unidos empieza a tomar distancia del experimento libertario argentino.

Lo que en teoría iba a ser una reunión bilateral de 45 minutos en el Salón Oval terminó siendo un almuerzo de 15 minutos entre la muchachada. Ahí Donald Trump, quien no entendió una palabra de lo que dijo Milei en español, lo miró a los ojos y le dijo: “Estamos acá para darte apoyo en las próximas elecciones. Pero si él no vence, no perderemos el tiempo: no seremos generosos con Argentina”. Toto Caputo miró a la cámara que transmitía el almuerzo como si estuviera en medio de una sitcom y su cara representó el mismo espanto que sintió el mercado. El Merval, que subía un 5% al mediodía, cerró con una caída del 10%, los bonos en dólares se desplomaron y el Gobierno entró en modo “crisis comunicacional».

La fiesta que no fue

Durante 2 semanas el equipo del Ministerio de Economía había permanecido en Estado Unidos y desde la Casa Rosada fogoneaban las grandes expectativas de la visita de Milei a Trump. Que todo estaba arreglado, que la cumbre sería histórica. Empezaron a correr los rumores de un “acuerdo comercial inédito”, de dolarización y hasta un posible tratado de libre comercio. Por supuesto, el relato se chocó contra la realidad. Trump, acompañado por su Vicepresidente, J.D. Vance y su Secretario del Tesoro Scott Bessent, transformó el almuerzo en una escena de extorsión pública. “Si Milei gana, estaremos cerca; si no, nos vamos”, remató.

La frase cayó como un baldazo en Buenos Aires, lo que hizo que en minutos el Gobierno Nacional activara un operativo de control de daños. Patricia Bullrich, presente en la reunión, improvisó una explicación “filosófica” muy interesante: dijo que Trump no se refería a las elecciones legislativas del 26 de octubre sino a “un cambio de paradigma” o incluso a las presidenciales de 2027. “Se refería al cambio de filosofía, no a esta elección. El apoyo no se termina el 26 de octubre”, dijo la Ministra, visiblemente incómoda.

El propio asesor presidencial Santiago Caputo, que pocas veces interviene en público, salió a “aclarar” en su cuenta oficial de Twitter: “Clarísimo el Presidente Trump: si en 2027 Argentina retrocede, Estados Unidos dejará de apoyarnos”. Pero si hay alguien a quien le molesta que hablen por él es a Trump, así que horas más tardes publicó un mensaje en su red social en el que se refirió explícitamente a las “elecciones de medio término”. Es decir, sí hablaba de las legislativas. Y sí, estaba condicionando el apoyo económico a su resultado.

Cuando el aliado se convierte en acreedor

La confusión, o mejor dicho la contradicción, mostró una realidad incómoda para el Gobierno: el “apoyo” norteamericano a la gestión Milei ya no es político sino transaccional.
El swap con el Tesoro estadounidense, presentado como un logro diplomático, tiene condiciones estrictas. Esos fondos no se van a utilizar para reactivar la economía ni para contener al dólar, sino exclusivamente para garantizar el pago de la deuda en divisas. Es decir, un salvavidas para los acreedores, no para los argentinos.

Por más que intentaron darle varias vueltas, el mensaje de Trump fue claro: el respaldo dura mientras Milei conserve poder político. Si el oficialismo pierde las legislativas, la “ayuda” se corta. Él mismo dijo que: “si un socialista gana, nos sentiremos muy diferente sobre nuestro apoyo a Argentina”. Osea que el “auxilio financiero” está atado a una continuidad ideológica.

De la dependencia al tutelaje

Desde que asumió, Milei construyó su política exterior alrededor de la premisa de la subordinación a Washington. En su teoría, esto garantizaba estabilidad económica. Entonces, en pos de alinearse sin chistar con lo que quería Estados Unidos, el libertario cerró el swap con China, rompió vínculos con Brasil, evitó que entremos al BRICS y desarticuló varios tratados del MERCOSUR, entre otras. Bueno, esa apuesta está empezando a mostrar un límite.

Esta semana quedó demostrado que el Gobierno norteamericano no interviene por afinidad ideológica, sino por interés propio. El apoyo financiero no es una expresión de confianza en Milei, sino una herramienta de control. El propio Trump lo dejó entrever cuando, ante una pregunta de la prensa, dijo que le “disgustaría” que Argentina mantenga acuerdos militares o portuarios con China. Para Milei, que había hecho del vínculo con Trump un símbolo de éxito, el gesto fue una humillación pública. En su intento de mostrarse como el alumno ejemplar del libre mercado, terminó evidenciando que su política exterior depende de una sola persona, y que esa persona, además, no siempre recuerda en qué tipo de elecciones compite su aliado argentino.

No todo relato puede manejarse

Desde el oficialismo intentaron reducir el episodio a un “error de comunicación”. Incluso el influencer libertario Daniel Parisini (“El gordo Dan”) llegó a escribir que Trump “pensaba que las elecciones argentinas que se avecinan son las presidenciales”. Esto queda peor de lo que creen porque, para empezar, con un solo twitt Trump ya desmintió todas las excusas y por otro lado, la justificación atolondrada y nerviosa más que calmar las aguas, reveló el nerviosismo dentro de La Libertad Avanza. A esto se le suman otros datos desalentadores: las encuestas (y las últimas salidas a la calle) muestran un desgaste acelerado del oficialismo, la inflación no da tregua y el ajuste fiscal mostró que está erosionando su base electoral.

Pero no son sólo sus votantes, el famoso “Mercado” al que tanto veneran los libertarios también da muestras de agotamiento. Mientras Bullrich, Caputo y Adorni se turnaron para reinterpretar los dichos de Trump, los operadores financieros observaban cómo se evaporaba la confianza en los activos argentinos. Ese mismo día Morgan Stanley publicó un informe que trazó 3 escenarios posibles: en el más optimista, el dólar se estabilizaría en 1.700 pesos; en el más probable, treparía a 2.000; y en el peor, si Milei sufre una derrota amplia, superaría los $2.000. Es decir: ni siquiera Wall Street cree en la promesa de estabilidad.

¿Y después del 26?

El interrogante que sobrevuela ahora es si Milei podrá sostener su modelo económico y político después de las legislativas. Lo irónico es que su Gobierno depende de la ayuda norteamericana para evitar un colapso cambiario, pero esa ayuda depende de que gane la mayoría de los votos del 26 de octubre.

Hoy en día parecería que Milei llega a las legislativas con una economía en terapia intensiva, una interna creciente y un aliado extranjero que, lejos de blindarlo, empieza a medirle el pulso. El “apoyo” de Trump, más que un gesto de amistad, fue un recordatorio para todos: los experimentos de ultraderecha tienen fecha de vencimiento cuando dejan de ser funcionales a los intereses de Washington.

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