La reunión entre Donald Trump y Javier Milei en Nueva York dejó algo más que una foto protocolar y elogios en redes sociales. El espaldarazo político del mandatario estadounidense vino acompañado de un anuncio clave: Washington prepara un paquete de asistencia financiera para Argentina que podría incluir hasta 20.000 millones de dólares canalizados a través del Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro, un instrumento de emergencia que no se utilizaba con países latinoamericanos desde hace más de dos décadas.
El rescate llega en un momento crítico. A mediados de septiembre, el Banco Central argentino gastó más de 1.000 millones de dólares en apenas tres días intentando frenar una corrida cambiaria que amenazaba con descontrolar el peso. La aprobación presidencial de Milei cayó por primera vez por debajo del 40%, los bonos se desplomaron y los mercados reaccionaron con pánico ante un escándalo de corrupción que salpicó a Karina Milei, la hermana del presidente y su principal operadora política. Bastó un mensaje del secretario del Tesoro, Scott Bessent, para que la tormenta amainara momentáneamente.
El modelo bajo presión
Cuando asumió en diciembre de 2023, Milei heredó una economía al borde del colapso: inflación superior al 200% anual, reservas netas negativas y un déficit fiscal explosivo. Su respuesta fue un ajuste severo que incluyó recorte de transferencias provinciales, suspensión de obra pública, reducción de subsidios y achicamiento del Estado. Los resultados iniciales parecían prometedores. La inflación se desaceleró significativamente, aunque para ello produjo una devaluación mayor al 100% que elevó la tasa de pobreza hasta el 53%.
El problema de fondo es que esta estabilización se construyó sobre bases frágiles. Como señala el economista Matías Battista, citado por el diario alemán Die Zeit, el modelo de Milei solo funciona porque «se endeudó muchísimo», utilizando ese dinero para pagar vencimientos mensuales y sostener artificialmente un peso sobrevaluado. La comparación que hace Battista es ilustrativa: Milei y sus ministros son como «chicos fumando en una gasolinera y tirando sus cigarrillos al suelo».
El sostenimiento de este peso sobrevaluado impactó severamente sobre los dólares del tesoro. Debido a que las políticas de Milei encarecieron los precios internos, la creciente demanda de importaciones, viajes y servicios del exterior generaron una permanente demanda de dólares que comprometían las reservas que el tesoro había podido acumular gracias al blanqueo masivo del 2024.
En abril de 2025, el gobierno de Milei logró un acuerdo extraordinario con el Fondo Monetario Internacional por 20.000 millones de dólares. Pero en vez de utilizar estos fondos para generar cambios en la política cambiaria que reduzcan la demanda de dólares, el gobierno aprovechó para abrir el cepo a los ahorristas especulando con que esto contribuya a mejorar los resultados electorales de octubre. Muy por el contrario, esta medida incrementó aún más la demanda y, para septiembre de éste año, ya debió intervenir con reservas del Banco Central para evitar que el dólar se disparara y rompiera el techo de la banda.
Estas reservas son precisamente los dólares que el FMI prestó a la Argentina estrictamente para el cumplimiento de otros compromisos de deuda. Por esta razón, cuando se supo que el gobierno comenzó a vender dólares de esta reserva con objetivos electorales, lo que terminó disparándose fue el riesgo país. Es en este contexto que el gobierno de Donald Trump entra en escena con un salvataje destinado a proteger los fondos de los bonistas a los que Argentina deberá pagar entre enero y junio del año que viene.
Yo pensé que esto era IA pero Milei literalmente imprimió un tuit que le escribió Trump y se tomó una foto con él. Si dar vergüenza a sus ciudadanos en la ONU fuese un campeonato, ese también lo ganaría Argentina. pic.twitter.com/aYhjv06Y1w
— Alejandra. (@AlejandraTuk) September 24, 2025
El espejo del «Efecto Tequila»
Para entender la magnitud y las implicancias de la intervención estadounidense, resulta inevitable mirar hacia atrás. En diciembre de 1994, México atravesó una crisis devastadora conocida como el «Efecto Tequila». La súbita devaluación del peso mexicano, que se hundió más de 60% en una semana, desató una fuga masiva de capitales y puso en riesgo no solo a México sino a toda América Latina.
La administración de Bill Clinton aprobó entonces un rescate de 20.000 millones de dólares del mismo Fondo de Estabilización Cambiaria que ahora se activaría para Argentina. Con apoyo adicional del FMI y bancos centrales internacionales, el paquete total rondó los 50.000 millones de dólares. México ofreció como garantía los ingresos futuros de su renta petrolera y se comprometió a implementar severas políticas de ajuste. En 1997, tres años antes de lo previsto, liquidó la deuda con intereses incluidos.
Los paralelismos son evidentes. Como el México de los noventa, Argentina arrastra una escasez crítica de dólares, mantiene un peso artificialmente sostenido y acumuló deuda en moneda extranjera sin las reservas adecuadas para respaldarla. En ambos casos hubo turbulencia política: el año electoral mexicano de 1994 estuvo marcado por asesinatos políticos y levantamientos; Argentina enfrenta hoy la debacle electoral en Buenos Aires, escándalos de corrupción y falta de mayorías legislativas.
Pero hay diferencias sustanciales. En 1994, Estados Unidos rescató a México también para salvar el recién firmado Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en el que Clinton había apostado su capital político. Además, protegía los vastos intereses económicos estadounidenses al sur de su frontera. Con Argentina, la relación comercial es mínima en comparación, pero el componente ideológico y geopolítico adquiere una dimensión mucho más relevante.
La estrategia regional de Washington
El apoyo a Milei trasciende lo económico y se inscribe en una lógica geopolítica más amplia. Trump encuentra en el presidente argentino a un aliado ideológico confiable en un momento en que Washington busca limitar la influencia china en América Latina. Durante el gobierno anterior de Alberto Fernández, China otorgó a Argentina líneas de crédito swap que generaron preocupación en Estados Unidos. El mensaje es claro: Argentina debe mantenerse en la órbita estadounidense.
Este patrón no es nuevo. Durante el primer gobierno de Trump y la presidencia de Mauricio Macri, la relación entre ambos países alcanzó niveles de coordinación inéditos. En 2018, Trump intercedió ante el FMI para que Argentina obtuviera el mayor préstamo en la historia del organismo: 57.000 millones de dólares. El megacrédito no evitó la derrota electoral de Macri en 2019, pero dejó al país con una deuda monumental.
Video inédito del encuentro entre Trump y Milei pic.twitter.com/8qL80DLk7i
— Luca Bonfante (@lucabonfante_) September 28, 2025
Lo que se conoció después resulta aún más revelador. Según informó el periodista Horacio Verbitsky, durante el último año del gobierno de Macri, el Ejército argentino se preparó para una eventual invasión a Venezuela. Los ejercicios militares, que estarían a cargo del entonces general Juan Martín Paleo (actual Jefe del Estado Mayor Conjunto), se planificaron para respaldar los planes estadounidenses de derrocar a Nicolás Maduro mediante el despliegue rápido de una fuerza multinacional.
El plan incluía que un comando argentino actuara por «razones humanitarias» para hacer efectiva una resolución de Naciones Unidas que nunca fue aprobada. Todo esto ocurría mientras el entonces jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Craig Faller, visitaba Buenos Aires y advertía a los cadetes de la Escuela de Guerra contra las amenazas de China y Venezuela.
Hoy, ese mismo esquema parece reactivarse con nuevos protagonistas. Trump desplegó recientemente tres buques de guerra, aviones, miles de infantes de marina y hasta un submarino nuclear en el sur del Caribe, oficialmente para combatir el narcotráfico, pero con claros objetivos geopolíticos vinculados a Venezuela y al control de las enormes reservas petroleras descubiertas en Guyana. El Grupo Libertad y Democracia, integrado por Macri, el colombiano Iván Duque y otros referentes de la derecha continental, saludó explícitamente el operativo y promovió un eventual golpe contra Maduro.
Los dilemas del modelo
La asistencia estadounidense otorga a Milei un respiro financiero inmediato pero no resuelve los problemas estructurales de Argentina. La estabilización inicial tuvo resultados en materia de inflación, pero se basó en un ajuste con alto costo social y dependencia de apoyos externos. Como señalan diversos analistas europeos, desde el alemán Handelsblatt hasta el suizo Neue Zürcher Zeitung, el gobierno argentino enfrenta el riesgo de repetir el fracaso de Macri: recibir ayuda masiva sin lograr recuperar la confianza perdida y terminar siendo depuesto en las urnas.
La administración pública argentina quedó debilitada tras los recortes, sin un rediseño institucional que los acompañe. Si la eficiencia se reduce a recortar gastos sin transformar la gestión, el costo a mediano plazo puede superar cualquier ahorro fiscal de corto plazo. Los concursos públicos siguen suspendidos y los nombramientos discrecionales continúan siendo la norma. El Estado perdió capacidad de diseñar políticas, regular mercados y coordinar servicios básicos.
«Milei es el candidato de Trump. Porque Trump quiere poner una base en Argentina, quiere el 5G, quiere el litio, quiere Vaca Muerta. Y sabe que Milei se lo va a dar». El tipo está regalando el país para llegar a una elección. Qué peligroso. Qué triste. #TTxB pic.twitter.com/efWBW7d4ln
— Todo Negativo (@TodoNegativo) September 28, 2025
El respaldo de Trump no es incondicional ni eterno. Washington apoya a Milei porque lo percibe como un dique frente a China y un aliado en su estrategia de reconfiguración regional, pero esa lógica puede cambiar si las condiciones políticas o económicas se modifican. La pregunta de fondo es si Argentina podrá construir un modelo sustentable o si quedará atrapada en una nueva dependencia, esta vez no solo financiera sino también geopolítica, subordinando decisiones de política exterior y eventualmente militar a los intereses estratégicos estadounidenses.
El salvavidas lanzado por Trump a Milei replica fórmulas históricas pero en un contexto radicalmente distinto. No se trata solo de evitar un colapso económico: se trata de asegurar un aliado en un tablero regional donde las tensiones entre Estados Unidos, China y los gobiernos progresistas de la región marcan el ritmo de las decisiones. Argentina enfrenta así el desafío de transitar entre la necesidad inmediata de dólares y el riesgo de convertirse, una vez más, en pieza subordinada de intereses ajenos. La historia reciente demuestra que ese camino rara vez termina bien.
ADEMÁS EN NEA HOY:
Donald Trump impuso aranceles de 10% para la Argentina
El Banco Mundial prestará 4.000 millones a Argentina tras la reunión Milei–Trump