La historia parece repetirse en Sudamérica. La confirmación de la condena de seis años de prisión contra Cristina Fernández de Kirchner por parte de la Corte Suprema argentina reproduce, con inquietante precisión, el mismo libreto que llevó a Luiz Inácio Lula da Silva a una celda de Curitiba el 7 de abril de 2018. Las similitudes van más allá de lo anecdótico: ambos casos evidencian un patrón de lawfare que utiliza la justicia como instrumento de proscripción electoral.
El paralelo judicial: procesos prolongados sin pruebas contundentes
Como señala el abogado de Cristina Kirchner, Gregorio Dalbón, «aquí acaba de pasar con Cristina lo mismo que ocurrió con Lula. Algunos sectores se regodean con la condena, pero ninguno habla de las pruebas que llevaron a esa resolución«. Esta observación no es menor: tanto el caso de Lula como el de Cristina se caracterizan por procesos judiciales extensos, «adornados» con condenas e insultos verbales, pero cuestionados en cuanto a la solidez de las evidencias presentadas.
El caso de Lula terminó siendo ejemplar en este sentido. Todas las causas que lo penalizaron fueron anuladas por el Supremo Tribunal Federal brasileño en 2021, tras reconocer las ilegalidades cometidas durante el proceso. La liberación del expresidente brasileño, después de un año y siete meses encarcelado, expuso las fallas del sistema judicial que lo había condenado inicialmente a 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero.
Simpatizantes de Lula e policiais frente a frente na sede da PF em Curitiba. A PM soltou ao menos dez bombas de gás minutos antes lara dispersar o ato. pic.twitter.com/6JIMSvUxQO
— Gil Alessi (@gil_alessi) April 8, 2018
La militancia en pie de guerra: vigilias y resistencia organizada
Las reacciones de la militancia en ambos casos muestran patrones similares de resistencia y organización. En el caso argentino, La Cámpora junto a organizaciones sociales organizaron una vigilia nocturna en el departamento de Cristina en Constitución, con jóvenes militantes haciendo guardia durante toda la noche, atentos a cualquier movimiento policial. Paralelamente, otro grupo se instaló en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, preparados para «salir rápidamente corriendo para ir a proteger a La Jefa».
Esta estrategia de vigilancia y protección popular encuentra su antecedente directo en Brasil. Cuando Lula recibió la orden de detención del juez Sergio Moro, se atrincheró en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, rodeado de miles de simpatizantes. Los militantes llegaron incluso a impedir físicamente la salida del vehículo en el que viajaba el expresidente, obligándolo a permanecer en el edificio sindical.
El dramatismo político: resistencia como estrategia
Ambos líderes han buscado resignificar sus procesos judiciales como actos de resistencia y dignidad política. Lula, antes de entregarse, declaró frente a cientos de simpatizantes: «Voy a cumplir con el mandato de prisión porque quiero demostrar lo que significa tener responsabilidad y porque quiero probar mi inocencia«. Su mensaje final fue contundente: «La única cosa de la que me pueden acusar es de haber trabajado para que los pobres comieran carne, viajaran en avión y tuvieran acceso a la educación«.
Cristina Kirchner adoptó una estrategia similar en el acto por el Día de la Resistencia Peronista, donde lanzó un mensaje desafiante: «Cuando los que hicieron megacanjes, endeudaron al país y lo siguen endeudando, los de las autopistas, parques eólicos, siguen por la calle, estar presa es un certificado de dignidad«.
❌La condena a Cristina Fernández de Kirchner es un ataque a la democracia.
📢Comunicado de prensa: https://t.co/HhBRLp1PEL pic.twitter.com/jbHpTsqOd8— Abuelas de Plaza de Mayo (@abuelasdifusion) June 10, 2025
Las lágrimas de la militancia: dolor y organización
Las reacciones emocionales de los militantes también muestran similitudes inquietantes. En Argentina, las inmediaciones de la sede del Partido Justicialista en Matheu 130 se llenaron de lágrimas, llantos y angustia. «Siento una impotencia y una bronca terribles«, declaró una mujer visiblemente emocionada, mientras otra mayor no ocultaba las lágrimas: «La injusticia me hace llorar. Ver a Cristina como la vi, triste, cansada, pero entera, no se merece otra cosa más que el amor del pueblo«.
En Brasil, las escenas fueron igualmente dramáticas. Durante el operativo de detención de Lula, manifestantes lanzaron fuegos artificiales mientras el helicóptero aterrizaba, y la policía antimotines respondió con gases lacrimógenos, creando un clima de tensión y emotividad similar.
La estrategia de movilización: paros y resistencia institucional
En ambos casos, la respuesta organizativa trasciende lo emocional para convertirse en estrategia política. En Argentina, cada sector que participó en la reunión de la sede del PJ definió medidas concretas: el sindicalismo anunció un paro nacional, los legisladores se preparan para accionar en el Congreso, y los gobernadores pusieron sus estructuras a disposición.
Esta coordinación de la resistencia replica el modelo brasileño, donde el Partido de los Trabajadores convocó inmediatamente a una movilización en el sindicato de los metalúrgicos, calificando la orden como «una injusticia para la democracia del país«.
Jueces que asumen por decreto y le quitan el voto a millones. No hablen de justicia.
La proscripción de Cristina, líder de la oposición, es igual a lo ocurrido con Lula. Era inocente y los jueces lo tuvieron que reconocer.
Sin Poder Judicial independiente no hay democracia. pic.twitter.com/v5pbEHKhyH
— Adolfo Pérez Esquivel (@PrensaPEsquivel) June 10, 2025
El espejo sudamericano del lawfare
La comparación no es casual. Cristina «se mira en el espejo de Lula, preso y presidente«, como señala el texto. Ambos casos representan la utilización del sistema judicial como herramienta de proscripción electoral, un fenómeno que ha marcado la política sudamericana de la última década.
Las similitudes entre ambos procesos van más allá de lo anecdótico: revelan un patrón regional de lawfare que utiliza la justicia para neutralizar líderes populares en momentos electorales clave. La posterior vindicación de Lula, con la anulación de todas sus condenas, debería servir como advertencia sobre los riesgos de instrumentalizar la justicia con fines políticos.
La militancia de ambos países, con sus vigilias, lágrimas y organización, refleja no solo el dolor ante lo que perciben como injusticia, sino también la fortaleza de movimientos políticos que trascienden a sus líderes individuales. En este espejo sudamericano, las similitudes son demasiado numerosas para ser coincidencia.
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