Un video grabado en las colonias yerbateras del norte de Misiones comenzó a circular esta semana por redes sociales y medios del interior. En él, un grupo de productores autoconvocados denuncia con crudeza el impacto que está provocando la desregulación del mercado de la yerba mate y exige al Gobierno Nacional que asuma su responsabilidad en ordenar una actividad de la que dependen más de 13.000 familias.
«Sin precio justo no hay futuro para el pequeño productor«, se escucha decir en uno de los fragmentos, con tono firme pero contenido. La campaña tiene un objetivo claro: visibilizar las consecuencias que ya se sienten en chacras y cooperativas tras la aprobación de la Resolución 152/25, firmada por el Ministro de Economía, Luis Caputo, y el Ministro de Desregulación Federico Sturzenegger.
Esta normativa eliminó las restricciones que, durante años, habían intentado equilibrar la actividad: límites a nuevas plantaciones, regulaciones de ingreso al mercado y control de precios a través del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). La decisión, explican desde el Ejecutivo, apunta a liberar el potencial exportador de la yerba argentina. Pero para quienes trabajan la tierra día a día, las consecuencias son otras.
El fantasma de los ‘90
Marcelo Hacklander, productor yerbatero y referente del sector, fue categórico al recordar por qué se impusieron esas restricciones: “La idea de limitar las plantaciones era justamente para evitar que los productores más chicos tuvieran que abandonar la actividad, como pasó en los años ‘90”. En aquella década, la sobreproducción llevó a una concentración inédita del mercado y a una pérdida masiva de chacras familiares.
De 9.000 productores, quedaron apenas 5.500. “Eso es lo que no queríamos que se repita”, insistió Hacklander. Para él, la apertura total del mercado no generará competencia, sino autoabastecimiento de las grandes industrias integradas, desplazando al productor tradicional. “La producción de yerba viene de generaciones. Esto puede hacer que muchos tengan que dedicarse a otros cultivos. Y no es lo mismo”, lamentó.
Concentración, importaciones y caída del consumo
Las voces del sector coinciden en que esta desregulación abre la puerta a un fenómeno peligroso: la concentración total del negocio en manos de unas pocas empresas. Las más beneficiadas, señalan, son Las Marías, de la familia Navajas Artaza, con marcas como Taragüí y Unión, La Cachuera, con yerba Amanda, y la chilena Arauco, que comenzó a reemplazar sus plantaciones de pino por yerba mate.
El ingreso de yerba importada también se disparó. Según datos del INYM, en 2024 entraron al país 11,9 millones de kilogramos de yerba desde Paraguay y Brasil, lo que representa un aumento del 80% respecto del año anterior. Esta sobreoferta, sumada a una caída del 9,3% en el consumo interno, generó un cóctel explosivo que tira abajo los precios locales. “La industria nos impone $200 por kilo, porque sabe que si no aceptamos, importan. Así nos disciplinan”, explican los productores.

“Nos están matando de a poco”
Javier Otto, pequeño empresario yerbatero de Comandante Andresito, no tiene dudas: “La idea de Sturzenegger es que las grandes empresas siembren lo que quieran y nos van a matar a los pequeños productores”.
Otto cultiva 30 hectáreas a orillas del río Iguazú y da trabajo a unos cien tareferos. Asegura que el precio actual de $200 por kilo de hoja verde está por debajo de los costos y exige un mínimo de $430. “Así como estamos, desaparecemos”, advirtió. El enojo en la región va más allá de la economía. “Muchísimos productores votaron a Milei. Hoy sienten que los está matando. Acá no lo van a volver a votar”, sentenció.
Así también, en el video el productor de Los Helechos Carlos Pauluk asegura que ante la apertura de importaciones «no podemos competir, con paises que tienen menores costos de producción, donde tenemos diferencia con el dólar, no podemos competir de esa manera«.
El vaciamiento del INYM
Uno de los reclamos más fuertes es la desarticulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate, que perdió sus principales facultades tras la firma del DNU 70/23. Antes, el INYM fijaba el precio de la hoja verde y promovía políticas para sostener a los pequeños productores. Hoy, esas herramientas están en manos del libre mercado.
“El INYM quedó muerto. Era la única herramienta para garantizar cierta equidad”, afirmó Cristian Klingbeil, dirigente de productores en Oberá, la capital yerbatera de Misiones. A eso se suma un nuevo problema: la desigualdad en los rendimientos. Mientras un yerbal nuevo en manos de una gran empresa puede producir hasta 20.000 kilos por hectárea, los pequeños productores apenas obtienen 4.000.
Marcelo Hacklander, integrante del directorio del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM)
El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo firmó una resolución que puso fin a la potestad que le quedaba al Instituto Nacional de la Yerba Mate para limitar nuevas plantaciones a un… pic.twitter.com/LG8kHhvOow
— German La Rioja (@GermanLaRioja) April 15, 2025
Cooperativas en riesgo
Las cooperativas, corazón del sistema productivo misionero, también están en la mira. Muchas de ellas, como las de Dos de Mayo, San Pedro o Andresito, funcionan como secaderos, comercializan yerba canchada y algunas incluso llegan a las góndolas con sus propias marcas. Pero sin protección, su existencia peligra.
“Competir con el precio de hoja verde importada es imposible. Y competir en góndola con los márgenes de las grandes marcas, también”, advierten. Este modelo, dicen, ya lo vivieron. “Cada vez que hay un gobierno liberal, el mercado se desregula y las cooperativas tienden a desaparecer”, sostienen desde el sector.
Desde el sector productor se acusa al Gobierno Nacional de escuchar solo una campana, la de las grandes empresas, cuyo objetivo es saturar la oferta con la importación, ofrecer al productor un precio muy bajo por kilo de hoja verde para que eventualmente este tenga que venderle su tierra y así aumentar el controlar todos los eslabones de la producción.
Los productores yerbateros y los tareferos de Misiones y Corrientes están en crisis:
1.El PEN sigue sin designar al presidente del INYM. La inacción del instituto para asegurar precios sobre los costos a los productores pone en riesgo la cosecha gruesa. La falta de respuesta ya… pic.twitter.com/87Sod2A9yg
— Julia Strada (@Juli_Strada) March 17, 2025
El rol ambiguo del gobierno provincial
En el video, los productores son categóricos al adjudicarle la responsabilidad de la crisis al gobierno nacional. «Le estamos pidiendo a él, porque está en manos de él, del señor presidente Javier Milei que nos devuelva el INYM con todas sus facultades«, comenzó diciendo Karina Gural, productora de Los Helechos.
Jorge Kripczuk, de Aristobulo del Valle, aseguró que cuentan con acompañamiento provincial, por parte del Gobernador y del Ministerio del Agro y la Producción, pero que les falta el Gobierno Nacional, «que tiene que tomar el toro por las astas para que esto no suceda«.
«No tiene nada que ver el intendente, no tiene nada que ver el gobernador«, asegura Carlos Pauluk, productor de Los Helechos, y agregó que, «sí pueden apoyarnos, ayudarnos a interceder ante la Nación, pero yo personalmente responsabilizo a Javier Milei la destrucción del único ente o la única herramienta que me defendía y que me ponía ante la sociedad como un trabajador digno«, refiriéndose al INYM.
Con respeto y firmeza, hago un llamado a la reflexión a las autoridades de Nación para que revean la medida de liberar las áreas de plantación de yerba mate que fuera anunciada horas atrás. El impacto sobre miles de pequeños y medianos productores y cooperativas será durísimo en…
— Hugo Passalacqua (@passalacquaok) April 15, 2025
En este contexto, muchos miran con recelo al gobierno provincial, conducido por Hugo Passalacqua. Si bien se declara defensor del sector, los productores señalan que sus diputados y senadores nacionales “terminan bancando las políticas oficiales o no hacen nada para frenarlas”.
¿Y ahora qué?
Los productores no solo piden regulación. Piden previsibilidad. Un marco claro, justo, equilibrado. Saben que competir en el mercado internacional no es sencillo. Que no se trata solo de “reventar las góndolas del mundo”, como dijo Sturzenegger. Porque, como recuerda Klingbeil: “No es fácil instalar la cultura del mate en otros países. Esto no es soja”. La yerba mate es más que un producto. Es una identidad, una economía, una cultura. Y hoy está en jaque.
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