Argentina está atravesando varios problemas graves en estos momentos pero dos que se relacionan son las intensas olas de calor y la crisis energética, que lejos de resolverse, parece que se está intensificando. Lejos de ser la mano invisible del mercado, quien toma las decisiones para la desregularización energética es el Gobierno de Javier Milei. ¿El resultado? El NEA sin luz.
¿A quién favorece la desregulación energética?
El 28 de enero de 2025 se publicó en el Boletín Oficial la Resolución N° 21/2025 de la Secretaría de Energía. La misma modifica profundamente el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), permitiendo que las empresas del sector celebren contratos sin la intervención de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (Cammesa), la entidad estatal que actúa como intermediaria.
Como muchas cosas dentro del gobierno libertario, esta idea es un resabio de los 90’ menemistas. Y si, ya fracasó. El sector energético fue privatizado y desregulado, resultando en un aumento desmesurado a cambio de un servicio por demás cuestionable. Ahora, al igual que en ese entonces, las empresas generadoras de energía podrán negociar libremente los precios de la electricidad sin el control de Cammesa.
Pero la “libertad de mercado” no es para todos. Que la energía quede en manos de privados no garantiza que los consumidores paguen menos impuestos o se les reduzca el costo en sus facturas. Al contrario, muchos de los usuarios ya comenzaron a notar un incremento creciente en las boletas debido a la falta de control y subsidios estatales.
De esta manera, si se descentraliza el sector y se traslada la responsabilidad de los costos a los usuarios, los que ganan son las generadoras y distribuidoras privadas sin que el Gobierno asuma la responsabilidad de garantizar un precio accesible. Sin embargo, la idea de que las empresas privadas resuelvan los problemas estructurales del sector eléctrico es, sin duda, ingenua.En realidad, la desregulación abre la puerta a más aumentos y a una menor transparencia en el mercado eléctrico.

La falta de inversión en infraestructura
Tanto con el extremo frío en invierno como con el excesivo calor del verano, el Gobierno Nacional de Javier Milei se mostró con una constante incompetencia para abordar los problemas estructurales del sistema enérgico que precisaba de una mayor capacidad. En su momento emparchó las cosas como pudo, pero la verdad es que el Ejecutivo ha fallado rotundamente en lo que respecta a la inversión en infraestructura clave para mejorar el abastecimiento energético.
Un claro ejemplo de esta falta de visión es la postergación de la obra de la línea de alta tensión AMBA I, esencial para mejorar la distribución de energía desde la Patagonia hacia la Ciudad de Buenos Aires. El proyecto, que implicaba una inversión de 1.000 millones de dólares, fue suspendido por el Ministerio de Economía debido a desacuerdos internos sobre su financiamiento. Esta obra no solo era crucial para evitar futuros cortes, sino que también hubiera aliviado la presión sobre el sistema eléctrico durante los picos de demanda en verano.
Esto se vuelve aún más obvio cuando suceden imprevistos. Un corte en Córdoba, que pasó entre 2 y 3 horas casi a oscuras se extendió al NEA por más de una hora. En cada uno de los casos, la región perdió casi el 40% de la energía disponible. Esto ocasionó que Cammesa registrara una demanda de 30.018 MW.
El problema de la energía está en este caso, en el transporte. Explicándolo más fácilmente se generó un cuello de botella donde muchas zonas necesitaban energía al mismo tiempo. Ante esta situación, el gobierno de Milei tomó una decisión política: la prioridad es el conurbano bonaerense, un territorio clave en términos electorales.
El abandono de Vaca Muerta
Uno de los recursos más importantes de Argentina es el gas natural proveniente de Vaca Muerta, una de las formaciones más grandes de gas no convencional en el mundo. Sin embargo, la falta de inversiones en infraestructura para el transporte y distribución de este recurso está generando una paradoja: el país tiene gas, pero no cuenta con la infraestructura adecuada para aprovecharlo, lo que obliga a importar combustibles a precios mucho más altos.
¿Qué hizo el Gobierno Nacional teniendo casi todo servido para disfrutar del superávit energético que le generaría Vaca Muerta? Paralizó la obra. Decidieron paralizar la construcción de plantas compresoras y no continuar con la traza del gasoducto Néstor Kirchner. Estas obras no solo hubieran duplicado la capacidad del gasoducto, sino que también habrían permitido al país alcanzar la autosuficiencia energética.
Según los textos que pregona Milei, la reducción del gasto y la desregulación podría ser beneficiosa para el país de alguna manera. En la práctica lo que sucede es que frenar todas las inversiones que podrían beneficiar a la sociedad en el mediano y largo plazo suele traer problemas en el corto plazo. Y también en el largo, porque los problemas subsisten. La política cortoplacista muestra la desconexión entre las decisiones gubernamentales y las necesidades reales de la población.

Cortes de luz y desigualdad territorial
A pesar de que las provincias del NEA sufrieron gravemente las olas de calor, hubo una decisión claramente electoralista en cuanto al suministro de electricidad. En vista de las elecciones 2025, Milei priorizó los distritos más poblados del conurbano bonaerense. Esta discriminación energética pone en evidencia que, para el Gobierno, la estabilidad política en las grandes ciudades es más importante que garantizar un servicio básico en regiones periféricas y más vulnerables.
No es casualidad que durante la ola de calor de principios de 2025, las provincias del norte sufrieran apagones masivos, mientras que en el conurbano sólo se registraron cortes aislados. El Gobierno de Milei ha dejado claro que su prioridad es evitar problemas políticos en los territorios clave. ¿La equidad territorial y la federalidad? No parece que estén dentro de los planes.
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