En un reciente artículo del sitio oficial de la Fundación ProYungas, el Presidente Alejandro Brown, habla acerca del concepto de biodiversidad, que refiere a la diversidad o variedad de formas vivas, sean plantas, animales, bacterias y una mezcla de todos ellos. En este sentido, un tapir es parte de la biodiversidad, como lo es un árbol, un pasto, un insecto o una bacteria que enriquece nuestros suelos.
El programa Paisajes Productivos Protegidos (PPP) es el resultado de la coexistencia de distintas biodiversidades tales como: biodiversidad del suelo, biodiversidad de los servicios, biodiversidad popular o de contexto y por último la biodiversidad dañina o perjudicial.
Estos paisajes tienen la virtud que están emplazados en áreas muy distintas de donde hemos ubicado gran parte de la superficie protegida de nuestro país y es en estos PPP donde habita gran parte de la biodiversidad que consideramos “en riesgo de extinción”, o al menos “vulnerables”. La presencia demostrable de esta biodiversidad popular puede ser (y de hecho lo es) un atributo de sustentabilidad de estas producciones, un atributo que el mercado puede aceptar como resultado de “buenas prácticas” productivas que potencien el interés del consumidor por estos productos originados en PPP, es decir en espacios donde naturaleza y producción coexisten.

Alejandro en una reciente presentación explicó que “El Norte Grande es la región de Argentina más diversa y heterogénea. Cuenta con once ecorregiones, dos tercios de la biodiversidad del país y 10 provincias. Durante los 25 años de historia institucional de ProYungas, hemos recorrido permanentemente estos territorios, contribuyendo a ponerlo en valor como una región que tiene mucho para ofrecer al país, a su desarrollo y a su inclusión en el mundo, pero que lo hace potenciando a su gente, sus actividades productivas y preservando la naturaleza”.
Con una superficie de casi 85 millones de hectáreas (30% del país) el Norte Grande de Argentina cuenta con 181 áreas protegidas, que conservan una superficie aproximada de 14 millones de hectáreas, equivalente a un 17% de la región.
¿Qué tipo de biodiversidades existen?
Retomando los conceptos anteriormente mencionados, existen distintos tipos de biodiversidades. Entre ellas se pueden destacar las siguientes:
- Biodiversidad del suelo: se trata de (bacterias, hongos, microorganismos, gusanos), y todo lo necesario para darle “vida” al suelo, es decir fertilidad y por lo tanto productividad, rendimiento y si es bien cuidado, sustentabilidad en los rindes a través del tiempo. Esta “biodiversidad” por lo general les interesa a los productores y a los agrónomos.
- Biodiversidad de los servicios: refiere a los polinizadores y ciertos controladores de plagas, que brindan un “servicio ecológico” directo a a las producciones. Los polinizadores son muchos y muy variados, desde insectos de muchos tipos diferentes (abejas, avispas, abejorros, mariposas, cascarudos), a aves como los picaflores, e incluso murciélagos, aunque en general se refiere prioritariamente a los insectos.
- Biodiversidad popular o de contexto: este tipo de biodiversidad es la que reconoce la gente en general, formada por especies vistosas, evidentes, que en general está representada por aves y mamíferos (también anfibios y reptiles) que son identificadas por la gente común no especializada. Es la biodiversidad que se considera en el establecimiento de las áreas protegidas oficiales (nacionales y provinciales).
- Biodiversidad dañina o perjudicial: está compuesta por especies que generan daños, muchas veces de magnitud importante a la agricultura y también a la ganadería. Pueden ser especies nativas (loros, pumas, plantas invasoras) o exóticas (jabalí, ciervo axis, malezas).

Biodiversidad es uno de los últimos conceptos que emerge en este contexto, Alejandro Brown explica que nos movemos a partir de palabras claves que pretendemos que abarquen la totalidad de lo que nos rodea, de lo que depende nuestra vida cotidiana y por supuesto nuestra supervivencia. Hace años se abría en la jerga popular la palabra ecología como esa palabra mágica que todo lo abarca y ecosistema era su reflejo técnico académico (hoy se habla hasta de ecosistema de negocios). Luego vino la sustentabilidad o sostenible para transformarse en la palabra o concepto englobador y que asegura la permanencia o futuro del proceso productivo. Las cosas debían ser sustentables para ser apreciadas, sin saber en la mayoría de los casos a que refería en concreto la idea. Luego irrumpe el Carbono como un nuevo concepto asociado a sustentabilidad, pero contribuyendo además a secuestrar ese CO2 que está por el aire, producto de nuestras combustiones y generador del Cambio Climático. Y abriéndose paso viene la biodiversidad, con fuerza, como la nueva palabra o concepto que nos vincula con la sustentabilidad y los otros conceptos, que da vida y contenido a la ecología y a los ecosistemas, porque estos últimos finalmente están conformados por vida que interactúa, es decir por biodiversidad.
La biodiversidad y las actividades humanas están unidas con firmeza. Se necesita de la naturaleza para producir, pero también la naturaleza necesita de la producción para sobrevivir, al menos en los niveles de biodiversidad que conocemos hoy en día y con la cual convivimos. Sin duda nuestra existencia futura estará ligada a cómo manejemos estas biodiversidades en distintos contextos. Quizás uno de los mayores desafíos radica en aprender a coexistir con estas biodiversidades generando los recursos biológicos y económicos necesarios para nuestra cotidianidad y progreso social.
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