Si bien el Gobierno Nacional celebró, basándose en sus propios relevamientos, que la pobreza disminuyó al 38,9% en el tercer trimestre del 2024, al analizar la estructura de gastos de la población se observan aumentos significativos que no son reflejados a la hora de medir cuántos pobres hay realmente en el país. Esto se debe a que no se considera un factor crucial como es la suba del costo en los servicios, los cuales aumentaron 402% en un año, y solo se toma en cuenta el rubro de alimentos que tuvo incrementos menores a lo largo del 2024. Por el contrario, el gasto que las familias hacen para pagar los servicios se duplicó en un año.
Según la UCA, hay un 30% de hogares pobres en el país a nivel estructural, incluyendo a los no indigentes y a aquellos en extrema pobreza. En estos hogares, los ingresos no superan los USD 1.000 mensuales, es decir, aproximadamente un millón de pesos, con lo cual dependen de ayuda estatal y están más atados a la informalidad laboral.
En cuanto a la medición, la Canasta Básica Total indica que se necesita ganar más de un millón de pesos para no ser considerado pobre (tomando en cuenta el valor de alimentos, bienes y servicios).

El INDEC, a través de su Encuesta Permanente de Hogares, indicó que el 62,8% de la población consultada percibió un ingreso promedio de $649.163 en el tercer trimestre del 2024, demostrando que una mayoría tiene ingresos por debajo de la Canasta Básica Total.
Este dato es crucial porque dicha canasta mide la línea de la pobreza considerando el aumento de los servicios, que en algunos casos fueron impulsados por una quita de subsidios que afectaron directamente al poder adquisitivo, puesto que con estos se ofrecían precios más bajos.

Con la reducción de subsidios en luz y transporte, el costo de vida aumentó y los ingresos disminuyeron y se generó una brecha entre la Canasta Básica Total y los sueldos promedios.
Un informe de la UBA y el CONICET detalló que en noviembre la canasta total de servicios en el AMBA aumentó 402% en un año, con una reducción del 37% en los subsidios que en gran parte ayudaban a los más vulnerables a costearlos. En consecuencia un hogar pasó a gastar en servicios casi el doble de sus ingresos en comparación con el año anterior: en diciembre de 2023, este porcentaje representaba el 5,9% del ingreso del hogar y en diciembre de este año aumentó al 11,9%.

Según la consultora Exquanti, el impacto del ajuste implementado por Javier Milei fue desigual en la pirámide social: en los ingresos bajos los sueldos disminuyeron en su capacidad de compra un 10,7% entre el tercer trimestre del 2023 y el tercer trimestre del 2024; la caída en los ingresos de la clase media fue del 1,6%, mientras que en los hogares de altos ingresos los sueldos aumentaron un 4,6% interanualmente.
Queda claro que al quitar los subsidios se afectó de manera más contundente a los sectores bajos y medios que dependían de ellos para tener un menor costo de vida. Además, la baja en los ingresos de los hogares más vulnerables y de la clase media se debe tanto a la eliminación de subsidios como al aumento en servicios específicos, siendo este el caso de la energía eléctrica cuyo precio en el mercado mayorista aumentó por decisión del Gobierno nacional incrementando las tarifas en todo el país.

En conjunto, aunque metodológicamente la medición de la pobreza puede ser correcta, al excluir un factor tan importante como los servicios que aumentaron es imposible obtener una visión completa de la situación. El resultado se asemeja más a un dibujo que a la realidad misma.
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