El presupuesto 2025 amenaza nuevamente. Lo destinado a la lucha contra el VIH sufrió un recorte brutal del 76%, poniendo en riesgo la compra de medicamentos esenciales para el tratamiento de las personas que viven con el virus. Además, puso en jaque las políticas de prevención y diagnóstico, pero lo más grave de todo es que en este año ya se está viviendo esta faltante.
En una charla exclusiva con NEAHOY, Walter Hakanson, presidente de la Asociación Civil RAJAP (Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos), nos explica con más detalle las consecuencias de este ajuste en la salud. Hakanson califica el recorte como un «atentado a la salud pública» y además, advierte que las consecuencias afectarán no sólo a quienes conviven con el virus.
Motosierra a la salud
El presupuesto aprobado para la respuesta al VIH en 2025 es de 21.052 millones de pesos, el año pasado, el presupuesto aprobado era de 21.242 millones de pesos. No sólo hay una disminución sino que además hay que tener en cuenta que los precios no se ajustaron a la inflación que estamos viviendo así que el impacto real de este recorte en términos de tratamientos y cobertura es devastador.
Según la Fundación Huésped, este ajuste podría significar la pérdida de aproximadamente 9.000 tratamientos anuales, sin contar las 5.300 nuevas infecciones anuales de VIH que se registran en el país. La falta de acceso a tratamiento no sólo aumenta el riesgo de enfermedades oportunistas, sino que también puede generar resistencias a los medicamentos, porque la gente los empieza a fraccionar o saltearse medicamentos.
“Todo esto, en el largo plazo, genera mayores gastos para el sistema de salud público”
Por supuesto que este panorama genera preocupación. «Nos encontramos en un momento de total incertidumbre, sin saber si en los próximos años podremos acceder a los medicamentos que necesitamos para vivir», comenta Hakanson. La falta de medicamentos básicos, como la bioterapia, que consiste en tomar 2 medicamentos antirretrovirales (ARV) en lugar de 3 o 4 como en otros tratamientos, ya ha provocado que muchas personas se vean obligadas a cambiar su régimen, lo que aumenta los riesgos de efectos adversos y complicaciones de salud.
Parches y faltas
La situación con los tratamientos para las personas que viven con VIH es cada vez más preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que ya en este año, hay faltante de medicamentos. Las licitaciones para la compra de estos fármacos, que arrancaron entre marzo y abril, todavía no se concretaron en varias provincias. En algunos lugares, como en Corrientes, las autoridades locales tuvieron solventar la compra de los medicamentos para que no se corten los tratamientos, pero esas soluciones son como parches que no van a aguantar a largo plazo.
Además, la falta de acceso a diagnósticos esenciales, como las pruebas de carga viral y el recuento de células CD4 (análisis de sangre que mide la cantidad de linfocitos CD4 presentes en la sangre), está poniendo en riesgo la salud de miles de personas. «Desde septiembre, se nos ha informado que no hay reactivos para realizar estos estudios, lo cual es gravísimo, ya que sin ellos no sabemos si nuestro tratamiento está funcionando o si estamos desarrollando resistencias», señala Hakanson.
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Transmisión vertical: el riesgo del VIH para las embarazadas
Otro tema que preocupa mucho es la falta de medicamentos para prevenir la transmisión del VIH de madre a hijo durante el embarazo o el parto. En 2024, ya se están viendo faltantes importantes de Zidovudina (AZT), que es un medicamento clave para evitar que el virus pase a los recién nacidos. «Este es un tema que nos preocupa profundamente. No es posible que, en pleno 2024, sigamos hablando de transmisión vertical cuando existen tratamientos eficaces para evitarlo», señala Hakanson.
La salud no es un gasto, es una inversión. Este retroceso en las políticas de salud pública no sólo es un problema para las personas gestantes, sino que también tiene un impacto económico a largo plazo. Si no se previene la transmisión vertical, el Estado tendrá que afrontar los costos adicionales de tratar a los niños nacidos con VIH, lo que va a generar un gasto mucho mayor que el costo de los tratamientos preventivos.
Lo importante de prevenir
Muchas veces pensamos que cosas aisladas no nos afectan, pero todo está relacionado, el recorte en respuesta al VIH afecta a otros sectores también. La falta de compra de preservativos, que son esenciales para prevenir no solo el VIH sino también otras infecciones de transmisión sexual (ITS), provocó un desabastecimiento en todo el país. Además, la situación empeora cuando recordamos que Argentina enfrenta un brote de sífilis.
La falta de acceso a profilácticos y otros recursos de prevención no sólo pone en riesgo a quienes viven con VIH, sino a toda la población, porque aumenta la posibilidad de que haya nuevas infecciones. Un ejemplo de ésto es que las personas que realizan trabajos sexuales no tienen acceso a preservativos.
La situación se agrava aún más cuando se ve que el gobierno no está tomando medidas para corregir la falta de insumos. «Hoy por hoy, las políticas de prevención y de comunicación no se trasladan a la realidad», denuncia Hakanson. «Las campañas del gobierno no tienen un impacto real en la sociedad si las personas no pueden acceder a los recursos necesarios para cuidarse».
Desde RAJAP y diversas organizaciones sociales señalan que los recortes no sólo violan el derecho a la salud de las personas que viven con VIH, sino que también infringen la Ley 27.675 (Ley Nacional de respuesta integral al VIH, hepatitis virales, otras infecciones de transmisión sexual y tuberculosis) que garantiza el acceso universal a los tratamientos. «Estamos hablando de una vulneración de derechos», afirma Hakanson. «Si el Estado no cumple con su obligación de garantizar el acceso a la salud, está violando la ley y poniendo en riesgo la vida de miles de personas».
El Presupuesto 2025, el VIH y el futuro de la salud Argentina
Un informe reciente del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) reveló que el ajuste en salud fue uno de los más afectados, con recortes en «Acceso a Medicamentos, Insumos y Tecnología Médica» (-52%) y Atención Sanitaria en el Territorio (-96%). Los programas de prevención de enfermedades no transmisibles, endémicas y patologías específicas sufrieron recortes de entre el 59% y el 82%.
El ajuste en salud es sólo una parte de una movida más grande, que también incluye recortes en áreas clave como la seguridad social, la educación y la infraestructura. Todo esto, en medio de una crisis económica y social, afecta directamente a los sectores más vulnerables y pone en riesgo el derecho a la salud de millones de argentinos. La crisis del VIH en Argentina es el reflejo de una realidad aún más profunda: la desfinanciación y el ajuste estructural en el sistema de salud pública.
Con el pretexto de ahorrar en pos de un supuesto “equilibrio fiscal”, se está librando gente a su suerte y las enfermedades y patologías que se veían controladas pueden causar caos en un futuro.
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