El potrero, el picadito, la gambeta y tantas otras palabras que definen al fútbol argentino nacen de los mismos orígenes humildes que sus grandes figuras: los clubes de barrio. Éstos tabucos no son sólo lugares para practicar deporte, sino auténticos bastiones de identidad y unión comunitaria, tejiendo historias que van más allá de los partidos en la cancha.
Hace unos días el jefe de Gobierno, Guillermo Francos, anunció que el Gobierno implementará un DNU para regular las sociedades anónimas.Si bien insisten con que será opcional, el mega DNU 70/23 establece el plazo de un año para que la AFA y los clubes incorporen obligatoriamente las SAD a sus estatutos.
¿Qué son las SADs?
En la actualidad, los clubes funcionan a través del formato institucional de “asociación civil”, propio de las entidades civiles que no tienen fines de lucro, es decir, que no son empresas para generar dinero. En cambio, las sociedades anónimas tienen como objetivo la ganancia económica.
Dicho de manera simple, las SAD (Sociedades Anónimas Deportivas) son el formato institucional, administrativo y comercial que el actual Gobierno nacional está impulsando para los clubes deportivos, en particular para los clubes de fútbol, para que se conviertan en empresas que puedan recibir inversiones extranjeras.
En la Argentina, los clubes son, o tienen la intención de ser, plurideportivos y plurisociales. Esto es totalmente contradictorio con la existencia de empresas, porque como varias de las actividades son deficitarias, ningún empresario querría tenerlas. Ni siquiera hay que decir que con las SADs los miembros del club no tendrían ni voz ni voto.
Clubes de barrio: semilleros en todo el país
Más allá de ser espacios recreativos, estos clubes son semilleros de talento. Muchos futbolistas, por no decir casi todos, dieron sus primeros pasos en clubes de barrio. Estos clubes no sólo les dan el conocimiento o el entrenamiento necesario, sino que suelen ser también centros de actividad cultural y social.
Ni hablar de cuando los clubes de barrio dan una contención aún más grande ante las carencias de la gente, cómo fue la otra vez la noticia del Club Huracán de Misiones donde ante las bajas temperaturas y el ajuste que estamos viviendo, el club asistió a las personas en situación de calle ofreciéndoles un lugar donde dormir y tener una cena caliente.
A pesar de los desafíos financieros que pueden presentar, la voluntad y el compromiso de los socios y vecinos es lo que hace grande a estos lugares.Y hablando de clubes de barrio del NEA, no quisiéramos dejar pasar la oportunidad para hablar de 4 grandes estrellas del fútbol argentino que han dado allí sus primeros pasos.
Diablito Echeverri de Chaco
Claudio Echeverri, conocido como «El Diablito», inició su carrera futbolística en Deportivo Luján, un modesto club de barrio en Villa Río Negro, Resistencia, Chaco. Allí jugó contra varios equipos locales, pero su talento no pasó desapercibido por River Plate. El Diablito no quería mudarse tan lejos y tan solo, pero el club facilitó la mudanza de sus padres a Buenos Aires para acompañarlo, facilitando así su transición a las inferiores del Millonario en 2017.
En julio de ese mismo año, Echeverri se destacó en el Venice Champions Trophy en Italia, anotando 9 goles y midiéndose contra equipos como Juventus, lo que lo convirtió en una promesa emergente en el fútbol argentino. Desde entonces, su ascenso en River y la selección juvenil fue imparable. Tanto así que el Manchester City pagó una fortuna por su pase.
Un pase que terminaría beneficiando al Deportivo Luján, que nació “con la necesidad de ser un club de contención para la barriada, para empezar a darle a todos los potreros que había en la zona un lugar donde los chicos pudieran entrenar, jugar” según contó su Presidente, Emiliano Chiaramonte.
Pedro Monzón de Corrientes
Pedro Monzón, oriundo del barrio San Cayetano de Goya, Corrientes, vivió una infancia humilde marcada por la falta. “Mi hermana Esther, la mayor, llenaba los álbumes de figuritas y uno, en vez de cambiarlo por una muñeca, lo cambió por una pelota para dármela a mí. No lo olvido más”, contó una vez en una entrevista.
Creció cerca del río, donde las crecidas frecuentes inundaban su casa, pero por suerte existió el club Huracán de Goya, donde pudo formarse y paliar las carencias, llegando a participar en los Torneos Evita a los 12 años.
Sobre Huracán de Goya, una vez explicó que: “Yo tuve la suerte de ingresar en la escuelita de fútbol con apenas 8 o 9 años y después tuve la suerte que un técnico como Ángel Mieres me puso en primera división, debutando a los 15 años”.
En 1977, con el sueño de destacarse en el fútbol, se trasladó a Buenos Aires. Tras pasar por varios clubes como All Boys y Huracán sin encontrar estabilidad, finalmente encontró un lugar en Independiente, que le ofreció alojamiento y la oportunidad de seguir adelante con su carrera deportiva.
Su carrera en Independiente alcanzó su punto álgido cuando fue convocado a la selección argentina por Carlos Salvador Bilardo, tras la Copa América del ‘87. El resto es casi historia, porque llegó, con la selección argentina de fútbol a ser subcampeón en Italia 1990. Actualmente, Monzón sigue ligado a Independiente hasta el 31 de diciembre de 2025.
El Negro Ibarra de Formosa
Hugo Benjamín Ibarra nació el 1 de abril de 1974 en El Colorado, Formosa. Desde temprana edad, mostró su talento en el fútbol jugando en la escuela de Los Halcones y posteriormente en el Club Atlético Nacional y Defensores de Formosa.
A Defensores de Formosa llegó de la manera menos pesada. Era un club de policías y había ido a acompañar a su hermano que trabajaba en las fuerzas y jugaba allí. Una noche se armó una práctica y se lesionó uno.
Ibarra tenía 14 años y estaba sentado en el banco. “Como eran 22 justos me preguntaron si quería entrar. Dije que sí pero no tenía botines. El utilero me dio un par y jugué”, contó en una entrevista. Se plantó de volante por derecha y apenas 30 minutos le bastaron para destacarse entre futbolistas de 30 años y semiprofesionales.
“No me pudieron parar. Tiraban a tumbarme, pero era ligero y no podían. Terminó la práctica y el técnico me preguntó si quería jugar ese año en el equipo, y después me llevaba a probar a Unión”.
El DT cumplió y lo llevó a Unión. Más tarde pasó a Colón, donde Ibarra logró el ascenso en 1994, se puso el brazalete de capitán en 1996 y hasta participó en la Copa Libertadores 1998. En 1998, el Sabalero lo vendió a cambio de tres millones de dólares a Boca.
Se retiró como futbolista en el año 2010. Al momento de su retiro había obtenido 6 torneos locales con Boca Juniors y la suma de 9 títulos internacionales, entre los cuales destacan 4 veces la Copa Libertadores, en sus ediciones de 2000, 2001, 2003 y 2007, además de la Copa Intercontinental del 2000, frente al Real Madrid, en Japón.
Chiquito Romero de Misiones
Sergio Germán Romero nació el 22 de febrero de 1987, en Bernardo de Irigoyen, Misiones. La localidad cuenta con aproximadamente 15.000 habitantes y está en el punto más oriental de la Argentina, ya que está separada de Brasil por apenas una calle, un boulevard.
Romero cursó en la escuela de frontera Juan Carlos Lionetti y en la escuela Fragata Argentina. Su pueblo está orgulloso de él: “cuando hay partidos especiales o hace algo extraordinario, la gente llama a la radio para mandarle mensajes de apoyo, alentarlo. Él vivió acá hasta los 11 años y lo recordamos con afecto”, explicó una vez el periodista Pedro Espinoza.
Al pertenecer a una familia de basquetbolistas, Sergio fue apodado “Chiquito” por ser el hermano de menor estatura, aunque actualmente posee 1,92 m de altura. Comenzó a jugar al básquet en la escuela y también solía jugar al fútbol en familia, era bueno atajando.
Debido a un traslado familiar por el trabajo de su papá, Romero llegó a Chubut, donde se inició en la Comisión de Actividades Infantiles, también llamado la C.A.I., un club de fútbol de la Ciudad de Comodoro Rivadavia en la Provincia del Chubut. Durante una gira por Buenos Aires, el equipo jugó un partido contra Racing Club, que luego de ver la actuación del arquero lo convocó para hacer una prueba.
Fue fichado por el Club Racing Sub-15 y luego, en 2003 fue invitado a formar parte de las inferiores del mismo club. Debutó en la Selección Nacional en el año 2009 con la que participó en 2 ediciones de la Copa Mundial de Fútbol, en 3 Copa América y en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, donde consiguieron la medalla de oro. Firmó la renovación de su contrato con Boca hasta 2025.
Los clubes de barrio, los guardianes
En Argentina, los clubes de barrio son mucho más que un lugar donde hacer deporte. Cuidan de quien lo necesita y presentan oportunidades que nunca podrían darse de otra manera.
Son incubadoras de talento y puntos de encuentro comunitario que mantienen viva la pasión por el deporte más popular del país. En un mundo cada vez más globalizado, estos espacios son los que mantienen vivo el potrero y el talento argentino.
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