En líneas generales existen dos sistemas de jubilación. El que se encuentra vigente hoy en Argentina se denomina “régimen de reparto”, y está basado en un sistema combinado de cobertura estatal y aportes solidarios de los trabajadores activos.
Esto significa que cada trabajador no está realizando aportes para su propia jubilación, sino que sus aportes son utilizados para costear las jubilaciones y pensiones presentes. Cuando el trabajador pase a ser jubilado o pasivo, su jubilación será costeada por el aporte jubilatorio de los trabajadores activos de ese momento.
El sistema tiene dos inconvenientes, que choca con el incremento en la esperanza de vida y la informalización del trabajo, lo que provoca que haya cada vez menos activos para costear las jubilaciones de cada vez más pasivos. Esto genera que el Estado deba crear nuevos impuestos u otras formas de financiación para costear la totalidad de las jubilaciones.
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El segundo sistema, denominado “régimen de capitalización”, fue pensado como una forma de evitar éstos problemas. El sistema consiste en que los aportes de los trabajadores no se usan para costear las jubilaciones de los jubilados, sino que son depositados en cuentas individuales que pueden ser gestionadas por administradores privados.
Estos privados toman una parte de esta jubilación para invertir y “capitalizarla”. En su retiro, el trabajador podría contar con lo ahorrado más las ganancias de esa inversión. Esto significa que lo que el trabajador terminaría cobrando como jubilación no tenía que ver con sus aportes ni una fórmula de conversión automática, sino con las ganancias que esa administradora había podido hacer con su dinero.
En Argentina, este régimen se implementó en los 90, a través de lo que se conoce como Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones. ¿Cómo funcionó el régimen de las AFJP en Argentina y por qué se dejó de implementar?
¿Cómo funcionaban las AFJP?
El sistema de las AFJP fue impulsado durante el gobierno de Carlos Menem, sancionado por la Ley 24.241 en septiembre de 1993, cuando se le dió la oportunidad a la gente de pasarse del régimen de reparto a un régimen de capitalización administrada por entidades privadas.
En aquel momento, la masiva incorporación de personas al sistema de las AFJP fue celebrado como un triunfo de la medida. Lo cierto es que el traspaso se realizaba por default, y si alguien quería permanecer dentro del régimen de reparto estatal debía explicitarlo mediante un trámite que, por desconocimiento, mucha gente no hizo.
En Julio de 1994 se puso en marcha el sistema de ahorro individual de aportes e inversión, donde se le daba vía libre a las AFJPs para invertir el dinero de las jubilaciones en el mercado de capitales. Este sistema implicaba que los jubilados aportaban un 30% a las comisiones de la AFJP y el resto sería administrado por la misma. Además, desde allí quienes se habían pasado al régimen de capitalización ya no podrían volver al sistema estatal.
Quienes hoy defienden éste sistema suelen mostrar gráficos donde se muestra que la jubilación en los 90 llegó a subir hasta un 18%, y esto es verdad. Pero el problema que tiene el sistema no son tanto las jubilaciones que se cobran, sino las que no se cobran y, más aún, el momento en que se dejaban de cobrar.
Pasaba muy seguido que cuando una persona llegaba a la edad jubilatoria, se daba cuenta que el empleador no lo había inscripto todos los años que trabajó, y aún no tenía los aportes suficientes para jubilarse. Esto también pasaba cuando una persona había estado desocupado durante muchos años.
En éstos casos las administradoras daban un “retiro fraccionario”, que consistía en que al jubilado le irían en fracciones lo que tenía en la cuenta de capitalización a modo de devolución como si fuera una jubilación. Cuando ésta cuenta se quedaba sin fondos, el jubilado se quedaba sin jubilación. Esto significaba que si la cuenta tenía una solvencia de 10 o 15 años, el jubilado se quedaría sin pensión a los 75 u 80 años.
Ayuda memoria: Menem privatizó las jubilaciones. Les dio esa plata a empresas AFJP que se suponía la iban a invertir para que rindieran más. Pero se terminaron quedando con comisiones tan altas que los jubilados cobraban menos. El Estado los rescató. A esa estafa quieren volver. https://t.co/qWjmRGnRbU
— Ezequiel Adamovsky (@EAdamovsky) September 25, 2023
La estafa
La reforma del sistema jubilatorio significó una de las mayores transferencias de recursos del Estado a las arcas de compañías privadas de la historia argentina.
Las AFJPs terminaron siendo un actor de gran peso en el mercado bursátil, asociándose con grandes empresas privadas como Edenor (que llegó a tener un 25% de su capital en manos de AFJPs), Molinos (18%) y Grupo Clarín (10%). A las empresas que cotizan en bolsa les conviene que existan AFJPs, ya que así pueden utilizar el dinero de los jubilados para su capitalización en bolsa.
Una inversión muy común era la de créditos para la compra a partir de bancos o negocios también asociados. Así, ofrecían a los mismos trabajadores y jubilados un crédito para la compra de electrodomésticos. Además de sostener a la AFJP con el 30% de sus aportes, el trabajador la sostenía con los intereses del crédito que pedía.
El sistema también reflejaba una tendencia hacia la concentración. Finalmente, en la crisis del 2001 fue el “bono patriota” otorgado a las AFJPs por el en ese entonces presidente Fernando De la Rúa y el Ministro de Economía Domingo Cavallo en la que se convirtieron en acreedores de la deuda pública.
Entidades como “Máxima” en la que el candidato de La Libertad Avanza Javier Milei trabajó como economista jefe, utilizaba los fondos para girarlos a su empresa matriz, el banco británico HSBC. Es decir, invertían la plata de las jubilaciones y las ganancias las fugaban al exterior. En declaraciones actuales, Javier Milei dijo que es su intención volver al sistema de las AFJP.
Menos gasto estatal, más gasto para la gente
En los 14 años en que funcionó el sistema, las AFJP obtuvieron unos 10 mil millones de dólares en comisiones, al menos tres veces más de lo que necesitó el ANSES para gestionar una mayor cantidad de aportes en la misma cantidad de años. Es decir que, mientras que las AFJPs se pensaron como un ahorro del Estado, este “ahorro” terminó siendo un perjuicio mucho mayor a los trabajadores y jubilados.
Además de esto, engrosaron otros 35 mil millones como utilidades de empresas con los aportes patronales y otras excepciones otorgadas por Domingo Cavallo, mientras que solo 20 mil millones fue a las cuentas de los jubilados como aporte de capitalización.
Al principio de su presidencia, Néstor Kirchner debió prohibir a las AFJPs la inversión en dólares para evitar la fuga de los aportes de los jubilados, y finalmente en el 2007 dispuso el libre traspaso de los jubilados de vuelta al sistema de reparto estatal. Allí si el traspaso fue voluntario y masivo.
Un año después, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se presentó el proyecto de ley 26.425 que creó el régimen previsional público de la actualidad y eliminó el régimen de capitalización, dando fin a las AFJPs.
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