En las últimas horas, Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel anunció la extensión de la cuarentena hasta el 14 de octubre pero advirtió que de continuar los contagios masivos por COVID-19, las medidas “podrían durar un año”.
Benjamin Netanyahu se ve inmerso en una crisis de representatividad política en medio de una pandemia que ya se ha cobrado la vida de 1.600 israelíes habiendo aumentando casi un 75% la cantidad de decesos por esta enfermedad durante septiembre, el peor mes en lo que va del aislamiento.
La cuestión epidemiológica en Israel fue desmejorando con el paso del tiempo. El país oriental fue una de las primeras naciones que decidió tomar medidas extremas frente al surgimiento del COVID-19, por ejemplo, cerrando el Muro de los Lamentos por más de 2 meses.
A pesar de estos esfuerzos, existe un grupo detractor del Gobierno que alienta a no seguir las medidas tomadas por el oficialismo y llama constantemente a manifestaciones en distintos puntos del país.
Una fallida vuelta a clases
Israel fue noticia cuando se convirtió en uno de los primeros países en volver a las aulas. En tanto, cuando el país tenía una situación epidemiológica bastante estable se tomó la decisión de que sus más de sus 2 millones de personas entre docentes y estudiantes de distintos niveles vuelvan a clase.
Como resultado, el Gobierno de Israel tuvo que aislar rápidamente a más de 22.000 estudiantes y profesores por COVID-19, poniendo en duda la fiabilidad de las decisiones tomadas por el gabinete de Netanyahu. A causa de esta falla, la por entonces Ministro de Salud Sadetzki renunció a su cargo declarando que “estos contagios se podrían haber dado en cualquier otro entorno”.
Una cuestión cultural
Llamativamente, el 40% de los infectados por COVID-19 en Israel son judios ortodoxos.
Esta cifra es particular pero tiene una explicación: los cruces religiosos y culturales de este grupo de judíos, especialmente de los pertenecientes a la comunidad ultraortodoxa lituana no jasídica, liderados por el rabino de 92 años, Jaim Kanievsky, quien es un acérrimo detractor de las medidas de bioseguridad.
Cabe resaltar que el rabino Kanievsky fue diagnosticado con coronavirus en los últimos días y se encuentra internado en su domicilio esperando recuperarse de la enfermedad.
Multas, restricciones y controles
El Gobierno anunció la extensión de la cuarentena hasta el 14 de octubre y además, anunció una serie de medidas y sanciones a quienes incumplan con las mismas.
Se limitan las manifestaciones y encuentros de personas a más de un kilómetro de la residencia de cada uno, siendo 20 el número máximo de personas para realizar reuniones familiares.
Asimismo, acercándose una nueva celebración como lo es Sucot, una de las fiestas más importantes para la comunidad judía, el ejecutivo impondrá multas de 500 shequeles (125 euros) a quienes viajen a celebrar esta fiesta tradicional.
Otro punto importante es el anuncio de colaboración de los militares en el control de las zonas más populares de Israel.
A la crisis e inestabilidad del gobierno de Netanyahu dada por la pandemia del coronavirus, sumado a sus conflictos con Palestina y Turquía, diálogos con Irán y apoyo a Trump y Bolsonaro, se le suma la segunda renuncia de un miembro importante de su gabinete de ministros.
Asaf Amir presentó su renuncia ante el Primer Ministro argumentando que no tiene la confianza para continuar en esta situación, generando así una tensión extrema dentro de la coalición política que depositó a Benjamín Netanyahu en el poder, ya que el ahora ex Ministro de Turismo era parte del partido Azul y Blanco, bancada que dio apoyo al actual gobernante.
La situación en Israel es extrema, los números están disparados y no existe una fecha exacta de hasta cuando se extenderán estas medidas restrictivas para frenar al COVID-19; por lo pronto, la ciudadanía israelí deberá ajustar las medidas de prevención y cumplir el aislamiento hasta el 14 de octubre con la esperanza que sean efectivas para achatar la curva de contagios.
