La economía argentina entra a diciembre con un dato que ya se volvió una postal repetida: los privados anticipan que la inflación de noviembre 2025 volverá a ubicarse por encima del 2%, consolidando un piso que el Gobierno no logra perforar desde septiembre. Es un techo simbólico, pero profundamente político, porque revela el límite de un programa económico que prometía desinflación rápida y terminó atrapado en correcciones permanentes.
Mientras el INDEC dará su número oficial recién el 11 de diciembre, consultoras, relevamientos de supermercados y encuestas de precios ya coinciden en una marca que vuelve a incomodar al Ejecutivo: alimentos, transporte y tarifas vuelven a empujar un índice que se resiste a bajar.
Un piso que ya no es “de transición”, sino estructural
En octubre, el IPC marcó 2,3% y acumuló 24,8% en lo que va del año, con una variación interanual del 31,3%. Pero más allá del dato puntual, el problema es la persistencia: desde septiembre, la inflación mensual no logra bajar del 2%, mucho menos acercarse al “1% mensual” que el Gobierno proyectó hace meses como objetivo político.
La presión de diciembre vuelve a poner en evidencia esa fragilidad: aumentos en prepagas, alquileres, servicios públicos, transporte y alimentos dejan muy poco margen para cualquier corrección a la baja. La realidad es que el programa económico vive negociando con sus propios aumentos regulados.
Qué dicen las consultoras: todas arriba del 2%
Los relevamientos privados vuelven a mostrar la foto que el Gobierno de Javier Milei y Luis Caputo no quiere ver:
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C&T midió 2,4% en GBA.
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EcoGo proyecta 2,5%, señalando que la baja de verduras apenas compensa el salto en carne.
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Econviews detectó un aumento de 3,5% acumulado en cuatro semanas solo para alimentos y bebidas.
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LCG advierte que la inflación promedio de alimentos en las últimas cuatro semanas se aceleró a 3,3%.

Expectativas en la era Milei: la única luz tenue, pero insuficiente
La encuesta de expectativas de la Universidad Torcuato Di Tella muestra una caída llamativa en las percepciones inflacionarias: la mediana de inflación esperada para el próximo mes bajó al 2%, y la anual se desplomó a 29,7%.
Sin embargo, incluso estos datos optimistas chocan con la realidad de los aumentos. Las expectativas son eso: expectativas. Lo que marcan los bolsillos de millones es una inflación que se mantiene rígida, con alimentos que todavía se mueven por encima del índice general y salarios que no acompañan.
El Gobierno apuesta al verano, pero diciembre llega con aumentos
El REM del Banco Central proyecta que el IPC recién podría perforar el 2% entre marzo y abril de 2026, cuando —según las estimaciones oficiales— podría bajar al 1,6%. Pero hasta entonces, los meses que vienen están cargados de aumentos postergados:
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Transporte, con nuevos esquemas de tarifas.
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Prepagas, con subas autorizadas desde inicios del año.
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Servicios públicos, con ajustes trimestrales ya definidos.
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Alquileres, que siguen bajo presión.
Es decir, el Gobierno pide paciencia mientras libera aumentos cada treinta días.
Diciembre: el mes en que todo se vuelve más caro
El dato de noviembre se publicará el 11 de diciembre junto con la actualización de la canasta básica y, días después, el 15, el monto de la canasta de crianza. Ambos indicadores funcionan como un termómetro social más exacto que el IPC, porque muestran qué tan lejos quedan los ingresos de las necesidades mínimas.
En un año marcado por la caída del consumo y la pérdida de poder adquisitivo, esos informes pueden profundizar la tensión política y social de cara a un 2026 que arrancará con negociaciones paritarias más duras.
Inflación de noviembre sin alivio
La inflación vuelve a mostrar que, más allá del relato oficial, no hay un plan antiinflacionario claro, sino un proceso de correcciones que se acumulan sin coordinación. Los privados marcan otra vez arriba del 2% y el Gobierno responde con expectativas a futuro, pero sin explicaciones convincentes sobre por qué el presente sigue trabado.
El techo del 2% no se rompe porque nunca se construyó un piso sólido. Y en la economía real, lo único que no baja es la paciencia de una sociedad que ya no compra promesas.
Con información de Perfil.
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