El reciente anuncio de Estados Unidos sobre el acuerdo marco comercial con Argentina, si bien fue celebrado como una «tremenda noticia» que busca «impulsar el crecimiento de largo plazo» y crear las condiciones para aumentar las inversiones, genera un análisis crítico sobre las concesiones que el país debió realizar, especialmente en detrimento de la protección de su industria y su sector primario.
El pacto, presentado como un marco general aún sin detalles precisos, fija compromisos recíprocos que obligan a Argentina a una amplia apertura de mercados y a reducir sus herramientas de política económica.
Apertura de mercados y competencia externa
El acuerdo incorpora disposiciones que habilitan el ingreso de productos estadounidenses con efectos directos sobre actividades locales:
- Presión en el sector pecuario: Argentina se comprometió a permitir el acceso al mercado del «ganado bovino vivo estadounidense». Más aún, asumió la obligación de «permitir el acceso al mercado de las aves de corral estadounidenses en el plazo de un año», lo que representa una presión competitiva directa y aguda sobre los productores locales de carne avícola.
- Límites en denominaciones de origen: el país también acordó «no restringir el acceso al mercado de los productos que utilizan ciertas denominaciones para quesos y carnes». Esta medida podría complicar la defensa de ciertas denominaciones utilizadas por la industria láctea y frigorífica argentina, potencialmente favoreciendo el ingreso de productos extranjeros bajo términos similares.
- Competencia automotriz: si bien el acuerdo establece una rebaja de aranceles para importar autos de Estados Unidos con prioridad en camionetas, esta medida implica una mayor competencia para la industria automotriz nacional, especialmente en el segmento de vehículos utilitarios.

Pérdida de herramientas de política industrial
Quizás el aspecto más crítico para el futuro desarrollo industrial argentino es el compromiso de limitar la intervención estatal. El acuerdo incluye una referencia a que Argentina debe evitar «subvenciones industriales» que afecten los términos del pacto comercial. Este compromiso es visto por analistas como una restricción severa a la soberanía económica, limitando la capacidad del Estado para proteger, financiar o impulsar sectores productivos nacionales frente a la competencia externa.
Aunque el pacto cubre temas como propiedad intelectual y la eliminación de barreras no arancelarias, el compromiso de desmantelar posibles herramientas de apoyo directo a la industria local marca un cambio profundo en el modelo de desarrollo económico.

La vulnerabilidad persistente en muchos sectores
El contexto reciente muestra la extrema vulnerabilidad de las industrias argentinas a las decisiones unilaterales de Washington, un factor que el nuevo marco comercial debe abordar críticamente.
- Acero y aluminio: Estados Unidos aplicó aranceles del 50% que afectaron de manera directa a empresas como Aluar y redujeron a la mitad las exportaciones argentinas del sector en 2024. Aunque se menciona un posible acceso preferencial en el nuevo acuerdo, ese punto sigue sin definición y mantiene la incertidumbre sobre la protección futura de estas actividades.
- Sector cárnico: el pacto declara un objetivo de mejorar el acceso recíproco para la carne bovina, pero no detalla aumentos de cuotas para el ingreso de carne argentina a Estados Unidos. Esta ausencia de precisiones deja dudas sobre si las concesiones internas -como la apertura al ganado bovino vivo y a las aves estadounidenses- tendrán una compensación efectiva en el mercado norteamericano.
El nuevo acuerdo con Estados Unidos requiere que Argentina libere sectores productivos -avicultura, ganadería y automotriz- y limite sus herramientas de política industrial a cambio de un acceso preferencial para exportaciones de mayor valor y agrícolas. El riesgo es que la presión competitiva sobre industrias abiertas neutralice esos beneficios y afecte el tejido productivo y el empleo.
Fuente: Clarín
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