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Terror en Río de Janeiro: un megaoperativo contra el narco deja 64 muertos y conmueve a Brasil

Más de 2500 policías participaron del mayor operativo contra el Comando Vermelho en las favelas de Alemão y Penha. El saldo es de al menos 64 víctimas y 84 detenidos. La ciudad quedó paralizada por los enfrentamientos, barricadas y el miedo de los vecinos.
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Río de Janeiro amaneció sitiada por la violencia. Un operativo policial de dimensiones inéditas contra el Comando Vermelho, una de las organizaciones narco más poderosas de Brasil, dejó al menos 64 muertos y 84 detenidos. Las escenas de enfrentamientos en las favelas de Alemão y Penha, con helicópteros, vehículos blindados y barricadas, convirtieron a la ciudad en un escenario de guerra urbana.

El despliegue, ordenado por el gobernador Cláudio Castro, movilizó a 2.500 efectivos de las fuerzas de seguridad estatales. Según fuentes oficiales, el objetivo era desarticular las estructuras criminales que controlan el tráfico de drogas y armas en esos barrios, considerados bastiones del Comando Vermelho.

Sin embargo, el resultado fue una tragedia sin precedentes: 56 de las víctimas serían civiles, según información de la agencia EFE, mientras que los restantes cuatro fallecidos pertenecen a las fuerzas de seguridad. La violencia se extendió durante todo el día, con tiroteos, calles bloqueadas y miles de personas atrapadas en sus casas. “Pido a los habitantes de la región que permanezcan en sus hogares mientras operan las fuerzas de seguridad. Seguimos firmes en la lucha contra el narcoterrorismo”, escribió el gobernador Castro en la red X.

Favelas bajo fuego

Los enfrentamientos se concentraron en zonas densamente pobladas, donde viven miles de familias en condiciones precarias. Vecinos denunciaron tiroteos indiscriminados y uso de armamento pesado, mientras que las escuelas y comercios permanecieron cerrados.

Durante la tarde, grupos vinculados al Comando Vermelho levantaron barricadas en vías estratégicas como Linha Amarela, Grajaú-Jacarepaguá y Rua Dias da Cruz, lo que provocó un caos total en la movilidad y obligó a las autoridades a elevar la alerta de seguridad al nivel 2.

“La ciudad está en guerra. La población tiene miedo de salir a la calle. Las personas abandonaron antes sus trabajos y se encerraron en sus casas porque nadie sabe qué puede pasar en las próximas horas”, relató el periodista Lucas Rocha, corresponsal en Río de Janeiro. Rocha advirtió además que los operativos de este tipono traen resultados duraderos y que en muchas ocasiones “las víctimas terminan siendo personas ajenas al crimen organizado”.

El trasfondo del conflicto narco en Río de Janeiro

El gobernador Castro, del Partido Liberal (PL) y cercano a Jair Bolsonaro, aseguró que el gobierno federal negó asistencia al estado para enfrentar al narcotráfico. Pero desde Brasilia lo desmintieron categóricamente. Pedro Rousseff, vocero del Ministerio de Justicia, escribió en X: “El gobernador bolsonarista Cláudio Castro es 100% responsable de la guerra que hoy sufre Río de Janeiro. Estaba en contra de la PEC de seguridad que el presidente Lula envió al Congreso. Además, mintió cuando dijo que el gobierno de Lula rechazó la ayuda a Río”.

Fuentes oficiales del Ministerio de Justicia, por su parte, reiteraron que nunca se recibió una solicitud formal para brindar apoyo federal en la operación del martes, aunque aclararon que en ocasiones anteriores sí se colaboró con el estado en traslados de presos y apoyo logístico.

Una ciudad de Brasil marcada por el miedo

El operativo dejó a Río paralizada. Se estima que más de 200 mil personas resultaron afectadas por la suspensión de transporte, el cierre de comercios y la imposibilidad de circular. “Estamos ante una catástrofe humanitaria en curso”, opinó Rocha. “No hay un plan de pacificación real. Estos operativos no atacan las causas del narcotráfico, solo multiplican el dolor en los barrios más pobres”.

Mientras tanto, las fuerzas de seguridad mantienen el control en las zonas intervenidas y el número de víctimas podría aumentar. La operación, presentada como un golpe al crimen organizado, terminó exponiendo una vez más la fragilidad del Estado brasileño frente a la violencia estructural que domina a Río de Janeiro.

Con información de El Destape, C5N y X.

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