De Oberá a la Luna: Luis Santiago López y su rol clave en la misión Artemis II

Luis Santiago López, ingeniero en sistemas de Oberá, forma parte del equipo argentino que integra el satélite ATENEA en el Centro Espacial Kennedy (NASA). Este nanosatélite será lanzado en la histórica misión Artemis II, marcando un hito para la ciencia espacial nacional.

Redacción NEA HOY

octubre 3, 2025

El joven Luis Santiago López, ingeniero en sistemas oriundo de Oberá, es parte del equipo argentino que se encuentra en el Centro Espacial Kennedy (NASA, Florida), donde se lleva adelante la integración final del satélite ATENEA. Este nanosatélite argentino será lanzado como carga secundaria en la misión Artemis II, el histórico regreso de astronautas a la Luna.

«ATENEA es un cubesat que llevará experimentos para medir radiación, obtener soluciones GNSS en altas órbitas y probar un sistema de comunicación a largas distancias», explicó López en diálogo con este con Primera Edición. Su rol es clave: se desempeña como Ingeniero en Sistemas a nivel misión, coordinando la interacción entre subsistemas como estructuras, comunicaciones, potencia y térmico.

López inició su recorrido en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en abril de 2022, primero como parte del proyecto SAOCOM-2 y, desde diciembre de 2023, en el desarrollo de ATENEA. «Sinceramente, nunca imaginé llegar tan pronto a un proyecto conjunto con la NASA. Fue un sueño cumplido», confesó con emoción. El proceso de trabajo fue intenso: «El ciclo de vida de una misión espacial arranca en la concepción, luego pasa por diseño, fabricación e integración. En Córdoba realizamos pruebas ambientales y funcionales, y en Florida integramos el satélite al dispensador que lo conectará al cohete», detalló.

Santiago López intengra el equipo ATENEA.

La participación de Argentina se concretó tras la firma de los Acuerdos Artemis en 2023, lo que abrió la puerta para que equipos nacionales colaboren en este tipo de misiones internacionales. Según el obereño, los principales desafíos fueron el ajustado cronograma y las estrictas exigencias de seguridad de la NASA.

Más allá de la exigencia técnica, López resalta el costado humano: «Siempre agradezco tener la oportunidad de vivir estas experiencias. La familia fue clave; sin mis padres y hermanas no habría podido estudiar y llegar hasta acá”. En un gesto de orgullo, llevó consigo la bandera de Oberá, que despertó curiosidad entre los ingenieros de la NASA: “Tuve que explicarles de dónde era y les gustó el gesto. Sentí un orgullo indescriptible».

Con apenas 27 años, el ingeniero obereño se transformó en referente para las nuevas generaciones. «Que sueñen, que se esfuercen en cumplir sus metas. Puede que no todo salga como uno planea, pero si uno apunta alto puede llegar bastante lejos», alentó.