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Caputo contra los bancos: vuelve al crédito prohibitivo para mantener un dólar barato

Por las medidas del gobierno, las empresas estarán pagando hasta 100% anual y el financiamiento se congela.
caputo

En apenas unas semanas, el panorama crediticio argentino cambió drásticamente. Lo que comenzó como una estrategia gubernamental para controlar el tipo de cambio se convirtió en una crisis que golpea directamente los bolsillos de familias y empresas. Las tasas de interés escalaron a niveles que pocos imaginaban posibles: créditos empresariales al 100% anual y financiamiento prácticamente vedado para pequeñas y medianas empresas.

La jugada de Caputo: pesos bajo llave

El origen de esta escalada se encuentra en la decisión del ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, de endurecer la política monetaria para mantener controlado el dólar. Tras una licitación de deuda que no renovó completamente los vencimientos -dejando $5,8 billones «en la calle»-, el Gobierno interpretó que había demasiados pesos circulando que podrían presionar sobre el tipo de cambio.

La respuesta fue inmediata y contundente: una licitación extraordinaria que absorbió $3,8 billones de los $3,799 billones ofrecidos por los bancos, combinada con un aumento de los encajes bancarios. Estos últimos pasaron del 45% al 50% para depósitos a la vista y del 40% al 45% para fondos comunes de inversión, obligando a las entidades a inmovilizar más dinero.

«Ningún peso va a la calle«, sentenció Federico Furiase, director del Banco Central, resumiendo la filosofía oficial: controlar cada peso en circulación para evitar presiones sobre el dólar.

El costo oculto: cuando el crédito se vuelve prohibitivo

Sin embargo, esta estrategia tiene un costo que se traslada directamente a quienes necesitan financiamiento. Las tasas de interés se dispararon a niveles históricos: el call money llegó al 74,8% anual y las cauciones tocaron el 80% en operaciones intradía. Para ponerlo en perspectiva, hace apenas un mes estas tasas rondaban el 32%.

El impacto es inmediato y devastador. Según fuentes del sector bancario consultadas por medios especializados, solo empresas de primera línea en situaciones desesperantes se animan a tomar créditos al 100% anual -una tasa real que cuadruplica el nivel de inflación actual.

«Que una empresa o un individuo quiera tomar crédito con este nivel de tasas es algo que mete miedo. Es garantía de mayor morosidad futura y muestra de mucha desesperación«, confesó un ejecutivo bancario a iProfesional.

El drama de las familias y los emprendedores

Para las familias argentinas, este escenario se traduce en un acceso al crédito prácticamente inexistente. Los préstamos personales, ya caros por naturaleza, se vuelven impagables para la mayoría. Las tarjetas de crédito muestran señales preocupantes: la morosidad ya escaló al 4,5%, el doble del promedio reciente, y los bancos consideran inevitable que esa cifra siga creciendo.

Los emprendedores y pequeños empresarios enfrentan un panorama aún más desalentador. Si las grandes compañías, con fuerte generación de caja y operaciones voluminosas, encuentran prohibitivas estas tasas, el escenario para las PyMEs es de franca crisis. La financiación bancaria está prácticamente vedada, empujando a las empresas más necesitadas hacia el descuento de cheques a tasas que califican como «usureras».

Un círculo vicioso que amenaza la actividad

Este congelamiento crediticio genera un círculo vicioso que amenaza la recuperación económica. Sin acceso a financiamiento, las empresas no pueden invertir en capital de trabajo, expandir operaciones o siquiera mantener sus niveles actuales de actividad. El consumo también se resiente cuando las familias no pueden acceder a créditos para comprar desde electrodomésticos hasta automóviles.

Ricardo Arriazu, economista cercano al Gobierno, reveló datos preocupantes: desde el levantamiento del cepo cambiario, el crédito solo se expandió en u$s1.000 millones, apenas el 27% del ritmo de aumento de los depósitos. La economía muestra síntomas claros de un enfriamiento forzado.

La apuesta del Gobierno y sus riesgos

Desde el Ministerio de Economía justifican estas medidas argumentando que los pesos «sobrantes» no irían a financiar la producción sino a alimentar la especulación cambiaria. Caputo abandonó su celebrada teoría del «Punto Anker» -cuando los bancos preferían dar crédito antes que comprar bonos del Tesoro- para adoptar lo que algunos analistas llaman un «torniquete monetario».

La lógica oficial es clara: en un contexto preelectoral, cualquier exceso de liquidez puede disparar el dólar o los precios. Por eso prefieren sacrificar el crédito en el altar de la estabilidad cambiaria.

Un futuro incierto

Los analistas advierten que este esquema presenta rendimientos decrecientes: cada vez se necesitan subas mayores de tasas para lograr efectos menores sobre el dólar. Mientras tanto, la economía real paga el costo de una política que prioriza la estabilidad financiera por sobre la actividad productiva.

Para millones de argentinos, este panorama significa algo muy concreto: proyectos postergados, emprendimientos que no pueden nacer y un acceso al crédito que se vuelve un lujo inalcanzable. La pregunta que queda es hasta cuándo la economía puede sostener esta tensión sin que aparezcan fracturas más profundas en el sistema financiero y productivo.

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