¿Qué secretos guarda nuestra sangre? ¿De dónde vienen nuestros ancestros? ¿Qué trayectorias dibujaron nuestros genes antes de llegar hasta nosotros? Estas preguntas impulsaron la investigación de la bióloga Daniela Rodríguez Golpe, cuya tesis doctoral —defendida en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata— ofrece una mirada profunda y reveladora sobre el origen genético de las poblaciones de Corrientes y Formosa.
Bajo el título «Dinámica de poblaciones humanas del NEA. Aportes de los linajes uniparentales», el estudio analizó el ADN de más de 400 personas para trazar los caminos invisibles que, durante miles de años, fueron configurando la identidad biológica de estas provincias.
El trabajo combina herramientas de genética con historia, arqueología, lingüística y demografía, en un enfoque multidisciplinario que arroja luz sobre uno de los capítulos menos conocidos de nuestra historia: la genealogía molecular del noreste argentino.
Más de 400 muestras, dos provincias, una historia compartida
La investigación se desarrolló en hospitales y centros de hemoterapia de Corrientes (151 muestras) y Formosa (274 muestras). A cada participante se le extrajo una pequeña muestra biológica —como sangre o saliva— y se le pidió completar una encuesta genealógica para conocer el origen geográfico de sus padres y abuelos.
El objetivo era claro: analizar los llamados «linajes uniparentales«, es decir, los genes que se transmiten exclusivamente por vía materna (ADN mitocondrial) o paterna (cromosoma Y). Estos marcadores permiten rastrear, con sorprendente precisión, las raíces más antiguas de una población.
Los resultados son tan contundentes como fascinantes: por vía materna, la mayoría de los linajes encontrados en Corrientes y Formosa son de origen americano. Es decir, descienden de los primeros habitantes de estas tierras, los pueblos originarios.
En Formosa, el 85% de los linajes maternos son amerindios; en Corrientes, aún más: el 89%. Esta fuerte presencia contrasta con los linajes paternos, donde más del 80% tienen origen euroasiático, lo cual refleja el impacto de la colonización europea y la configuración social heredada del período colonial.
¿Quiénes somos? La respuesta está en la diversidad
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio fue la extraordinaria diversidad genética registrada en Formosa: esta provincia concentra cerca del 80% de toda la variabilidad genética presente en el NEA. En total, se identificaron 201 linajes maternos diferentes, muchos de ellos exclusivos de la región.
Al comparar los resultados con bases de datos de otras regiones del país, el estudio detectó claras diferencias entre las poblaciones del NEA y las del Noroeste (NOA) y Centro-Oeste (COA) argentino. En cambio, las similitudes genéticas con otras localidades del Litoral —como Reconquista, Curuzú Cuatiá, La Paz o Gualeguaychú— son marcadas, lo que revela una historia compartida a lo largo del tiempo.
Además, los vínculos trascienden las fronteras nacionales. El ADN de los habitantes de Corrientes y Formosa guarda una afinidad notable con poblaciones actuales de Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. Más aún: en algunos casos, se detectaron linajes que provienen de tan lejos como la Amazonia, el Caribe y Venezuela.
Viajes milenarios: los linajes que llegaron desde la selva
Uno de los linajes más interesantes identificados en el estudio es el B2an, con tres variantes o “subclados” (B2an1, B2an2 y B2an3). Este linaje, según la investigación, tiene su origen en la Amazonia brasileña y se habría expandido hacia el sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y el nordeste argentino. Se trata, por lo tanto, de una huella genética que confirma rutas migratorias precolombinas a través de ríos y selvas.
En particular, la variante B2an2 fue hallada también en la población Mbya Guaraní de Misiones, lo que sugiere que podría estar vinculada a la expansión guaraní hacia el NEA, un proceso que ya había sido documentado por la arqueología y la lingüística. La coincidencia entre los datos genéticos y los mapas de sitios arqueológicos guaraníes refuerza esta hipótesis.
Otros linajes como A2be, B2zd y C1d1d también fueron encontrados tanto en Formosa como en Uruguay, lo que apunta a una historia genética regional que excede los límites políticos actuales.
Un mosaico con piezas africanas y europeas
Aunque en menor medida, el estudio también detectó linajes de origen europeo occidental y africano subsahariano. Estos aparecen con más fuerza en los linajes paternos y responden, en buena parte, al período colonial y a las migraciones posteriores. Por ejemplo, algunos linajes africanos podrían estar relacionados con la presencia de personas esclavizadas traídas durante la colonia.
Estas huellas genéticas, aunque minoritarias, forman parte del complejo mosaico biológico que compone a la población del NEA. Lejos de diluir la identidad local, estos aportes la enriquecen, al mostrar cómo distintas corrientes humanas confluyeron en el territorio.
Un ADN que habla guaraní
Quizás uno de los aportes más valiosos de esta tesis es su capacidad para poner en valor el componente indígena de las poblaciones del NEA, en especial la herencia guaraní. La fuerte presencia de linajes amerindios por vía materna, así como la coincidencia con poblaciones guaraníes actuales, no solo ofrece evidencia científica de los lazos históricos entre Formosa, Corrientes y el mundo guaraní, sino que también interpela una narrativa muchas veces centrada exclusivamente en la inmigración europea.
El estudio señala que Una fracción importante de los linajes que caracterizan a las poblaciones del NEA y el Litoral permiten establecer vínculos con Brasil, Uruguay y Paraguay, más que con poblaciones del resto de Argentina. Este dato es clave para entender por qué el NEA tiene una identidad cultural tan particular dentro del mapa nacional.
Distribución de linajes mitocondriales según origen continental en poblaciones argentinas organizadas según región. Ah pero los argentinos venimos de los barcos. pic.twitter.com/OcFMRmJKZw
— Mayra. (@mayrasci) June 9, 2021
Ciencia para contar quiénes somos
Más allá de los datos técnicos y la nomenclatura genética, la tesis de Rodríguez Golpe ofrece una historia: la historia biológica del noreste argentino, escrita en el código de nuestro ADN. Una historia que no comienza con la colonia ni termina en las fronteras, sino que se extiende por selvas, ríos y siglos de migraciones.
Este tipo de investigaciones no solo permite reconstruir el pasado, sino también valorar la diversidad y complejidad de las poblaciones actuales. En tiempos donde los discursos identitarios suelen simplificarse, la genética viene a recordarnos que todos —de una manera u otra— llevamos en nuestros genes una trama rica y entrelazada de encuentros, desplazamientos y memorias. Corrientes y Formosa, entonces, no solo comparten una geografía: comparten un linaje, una diversidad y una historia común que sigue viva, vibrando bajo la piel de su gente.
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