En laboratorios públicos de Rosario, Santa Fe y el Litoral, científicos y científicas del CONICET llevan años trabajando en una vacuna contra una de las enfermedades más silenciosas y extendidas del país: el mal de Chagas. Se trata de un avance sin precedentes para la región, que ha mostrado resultados prometedores en modelos animales y que podría significar un antes y un después en la salud de millones de personas.
Sin embargo, mientras el trabajo avanza en las bancas del laboratorio, las amenazas llegan desde los despachos oficiales. Bajo el gobierno de Javier Milei, el sistema científico nacional sufre un ajuste sin precedentes: congelamiento de becas, parálisis en el ingreso a carrera de investigador y desfinanciamiento de institutos. La posibilidad de lograr una vacuna argentina contra el Chagas está más cerca, pero también más en riesgo que nunca.
🟣Científicos del CONICET trabajan en el desarrollo de una vacuna para prevenir la enfermedad de Chagas. Se encuentra en etapa preclínica y será de administración nasal.
➡️En los ensayos mostró resultados positivos en la disminución de la miocarditis, la inflamación y las… pic.twitter.com/rGmdKIqGuC
— CONICET Dialoga (@CONICETDialoga) January 27, 2025
Las características de la vacuna argentina contra el mal de Chagas
El desarrollo de vacunas contra el Chagas es liderado por equipos del CONICET y universidades nacionales. Una de las líneas más avanzadas es la de una vacuna preventiva nasal, desarrollada por el Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (IDICER, CONICET-UNR) y el Laboratorio de Tecnología Inmunológica de la Universidad Nacional del Litoral.
Basada en una proteína del parásito Trypanosoma cruzi, la vacuna ha demostrado en ensayos preclínicos reducir significativamente la inflamación cardíaca y los daños en la fase crónica de la enfermedad. Otra línea, en la misma universidad, trabaja en una vacuna terapéutica, pensada para quienes ya contrajeron la enfermedad, con el objetivo de frenar su progresión.
🔬Especialistas del CONICET identifican, a través de un modelo experimental, un fármaco que podría prevenir o aliviar los síntomas cardíacos de la enfermedad de Chagas.
👉El estudio se publicó en la revista ACS infectious diseases.
➡️Nota completa https://t.co/pDOETM5OC8 pic.twitter.com/ytwYZXAcn0
— CONICET Dialoga (@CONICETDialoga) May 10, 2024
También en Buenos Aires, el investigador Emilio Malchiodi desarrolla una vacuna basada en un antígeno quimérico llamado Traspaína, que combina tres proteínas del parásito y reduce costos de producción.
El Chagas en Argentina: una deuda histórica
Más de 1.5 millones de personas en Argentina estarían infectadas con Chagas, según estimaciones del Ministerio de Salud. Las regiones más afectadas son el norte argentino (Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Tucumán), aunque la migración extendió el problema a zonas urbanas.
El 30% de los infectados desarrollan complicaciones cardíacas o digestivas graves. También hay transmisión vertical: mujeres que transmiten el parásito a sus hijos durante el embarazo. En muchos casos, el Chagas avanza en silencio, sin síntomas, hasta que se manifiesta de manera severa años después.
Frente a esta realidad, una vacuna nacional sería un hito sanitario, social y científico. Pero para que eso ocurra, hace falta algo más que talento: hace falta financiamiento sostenido.

Ciencia en alerta: el ajuste que amenaza todo
Desde diciembre de 2023, el gobierno de Javier Milei impulsa un ajuste estructural del Estado que golpea de lleno al sistema científico. El CONICET no otorgó nuevas becas en 2024, y las partidas presupuestarias para ciencia se mantienen congeladas en valores del año anterior.
En este contexto, proyectos como la vacuna contra el Chagas corren peligro. Sin fondos para avanzar hacia las etapas clínicas, las investigaciones pueden quedar estancadas, postergando indefinidamente soluciones que la sociedad necesita con urgencia. “El país necesita una vacuna contra el Chagas. Pero también necesita un Estado que financie la ciencia”, advierten desde los equipos investigadores.

Un símbolo de lo que está en juego
La vacuna contra el Chagas es más que un avance científico: es un ejemplo de lo que la ciencia pública puede lograr cuando se la apoya. Es también un símbolo del tipo de país que se puede construir: uno que no dependa de laboratorios extranjeros para resolver sus problemas, y que dé respuestas concretas a las enfermedades que afectan a los sectores más vulnerables.
En un tiempo donde se debate el rol del Estado, este desarrollo recuerda que la salud pública también se defiende en el laboratorio.
La prevención del mal de Chagas sigue siendo clave
Mientras la vacuna continúa en desarrollo, la prevención sigue siendo la principal herramienta para combatir la enfermedad. Esto incluye el control del insecto vector (vinchuca), el mejoramiento de viviendas en zonas rurales, el tamizaje en embarazadas y recién nacidos, y la detección temprana mediante análisis de sangre.
¿Sabés cómo diferenciar una vinchuca de una chinche? Desde el Área de Ecoepidemiología de la Enfermedad de Chagas del CEPAVE compartimos algunos tips para poder hacerlo 👇 pic.twitter.com/9uv0GLpx0q
— CEPAVE (CONICET-UNLP) (@cepave_conicet) March 13, 2024
La educación sanitaria en las comunidades, el acceso a tratamientos existentes y las campañas territoriales siguen siendo esenciales. La ciencia avanza, pero es importante entender que, sin políticas públicas integrales, el Chagas continuará afectando a generaciones enteras.
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