Con solo estar 5 minutos en Instagram o en TikTok uno seguramente se toparía con videos de jóvenes argentinos mostrando sus rolex, sus autos de lujos y departamentos en Miami o Dubai. En los videos, estos influencers dirán que gracias a un secreto que tienen, un código con el que pueden «quebrar la banca» o una técnica que les permite ser amos del trading, pudieron ganar millones de dólares a los 23 años.
Al final de la storie, el influencer dirá que está dispuesto a compartir este código, este secreto o esta técnica con unos pocos afortunados que esten dispuestos a «darlo todo» para llegar al éxito. En su biografía y en mensajes automatizados a quienes escriban la palabra «info» en ciertos videos, habrá un link hacia una capacitación con algún nombre pomposo como «Master en finanzas y bolsa» o «Maestría en trading en la zona».
Un esquema neo-ponzi
Todo se trata de una fachada. Los rolex son imitaciones o material de exposición y los autos y departamentos fueron alquilados por AirBnB para la realización de estas reels y las stories, financiados por quienes cayeron en esta estafa y compraron el «Master». El influencer vive en algún partido del Gran Buenos Aires y no tiene capacitación para dictar ningún master ni maestría.
El curso requiere de una inscripción, claro, pero el influencer dirá que no es más que una pequeña inversión y hablará de casos de «alumnos» que ya están facturando miles de dólares en los primeros seis meses, o asegurará que esa inscripción es el dinero con el que el alumno operará para ganar esos primeros dólares.
El negocio de los influencers, entre los que se encuentran Matías Cardozo, Candela Zalazar o Kinginz, son parte de un modelo de engaño que se inspira en lo que en España hicieron otros como Amadeo Llados.
Técnicamente no se trataría de un esquema Ponzi, ya que no se pide a los alumnos a buscar otros alumnos para ganar dinero. A corto plazo, funciona como una estafa convencional, una suerte de «cuento del tío» 2.0 amplificada por la era de las audiencias digitales. Se podría decir que estos influencers «copiaron» el modelo Llados para aplicarlo ellos, teniendo a nuevos seguidores y su propio eslabón de la pirámide para estafar.
Se trata de mostrar riquezas para atraerte a que te inscribas e inviertas en sus «cursos» donde supuestamente enseñan los «secretos» para obtener esas riquezas y, cuando después de varios meses no ganaste el dinero que te prometieron, decirte que es porque no seguiste los pasos como ellos te lo dijeron, no fuiste constante o no invertiste lo suficiente. Mientras tanto, tu dinero se gastó en la realización de nuevos reels y stories para atraer a otras personas.
Incluso, ofrecen distintos niveles. Matias Cardoso, conocido como «El colorado Ponzi«, comienza ofreciendo una «charla motivacional» (via streaming) que cuesta 50 dólares, cuyo único objetivo, claro, es instar a que compres el curso. El «Curso Sala» cuesta alrededor de 900 dólares mensuales, pudiendo aprovechar la «oferta» y pagar 1500 dólares por tres meses y 2500 dólares por seis meses.
El contexto
Argentina enfrenta una crisis económica persistente, lo que ha llevado a muchos a buscar alternativas para mejorar su situación financiera. Esta búsqueda de soluciones rápidas hace que las personas sean más susceptibles a las promesas engañosas de riqueza fácil ofrecidas por influencers. La falta de educación financiera también contribuye a que las víctimas no reconozcan los riesgos asociados con estas ofertas.
[AHORA] «¡Vendehumo!»: según un usuario de Facebook, el influencer financiero Matías Cardozo pidió permiso para grabar un video en clase Business, aunque tenía un asiento en la fila 30. https://t.co/spQAOA3Ua1 pic.twitter.com/MJYJDxkrQU
— ElCanciller.com (@elcancillercom) January 7, 2025
Lo peor es que muchos de quienes caen en estas estafas terminan siendo menores, que ante el sueño de ser como Duki o Bizarrap y llegar a millonarios a los 20 años, invierten el dinero de la tarjeta de sus padres para pagar estos supuestos cursos.
La magnitud fue tal que en algunos casos a estos influencers ya les ha llegado algún tipo de represalia. Hace dos semanas se hizo viral un video donde Matías Cardozo es corrido en Puerto Madero o Candela Zalazar fue arrestada en el aeropuerto de Córdoba.
Las estafas no solo afectan económicamente a las víctimas, sino que también generan un clima de desconfianza en las plataformas digitales. La promoción de estos esquemas por parte de figuras públicas crea una percepción negativa sobre el uso de redes sociales para el aprendizaje y el emprendimiento. Además, casos como el de Cardozo han resultado en amenazas y violencia, reflejando cómo las tensiones pueden escalar cuando las expectativas no se cumplen.
Las autoridades argentinas están comenzando a investigar el negocio de los influencers y su participación en actividades ilegales relacionadas con apuestas y fraudes financieros. Las penas podrían ser severas, alcanzando hasta seis años de prisión, lo que indica un esfuerzo por parte del sistema judicial para abordar este problema creciente.
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