El anuncio del cierre de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y su transformación en la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) generó un montón de confusión, desde desconocimiento por los nuevos trámites hasta gente que creyó que no iba a pagar más impuestos. Lo que no es sorpresa es que esta decisión esté en línea con un modelo económico que prioriza a los importadores y deja a la producción nacional en un estado de completa vulnerabilidad.
El día después de una curiosa entrevista presidencial, el Vocero, Manuel Adorni, presentó muy campantemente el cambio con un discurso que prometía una «estructura simplificada» y un ahorro presupuestario. La eliminación del 34% de los cargos públicos en la AFIP, junto con la reubicación de 3100 empleados considerados “irregulares”, obviamente, argumentando que era una medida para reducir el gasto público.
Entre los tantos discursos que hubo por su cierre, uno que fomentó el mismo presidente fue el de los elevados sueldos de los funcionarios de la AFIP. Sin embargo, como bien dijo el Secretario General de UPS-AFIP, Julio Estévez: «No hay ningún empleado de AFIP que gane 20 millones de pesos salvo los funcionarios políticos que puso este gobierno».
La “nueva” ARCA: ¿Agilidad o desprotección?
La creación de ARCA implica la división de funciones entre la nueva Dirección General Impositiva (DGI) y la Dirección General de Aduanas (DGA), un modelo que remite a estructuras de los años 90. Así es, en 1996, durante el mandato del ídolo de Milei, Carlos Menem, existían diferentes organismos encargados de la recaudación impositiva, la DGI y la DGA, que operaban de manera separada.
La unificación bajo el nombre AFIP buscaba simplificar los procesos, hacer más eficiente la recaudación y reducir la evasión fiscal. Esto nos hace preguntarnos si el Gobierno Nacional está seguro de lo que está haciendo, aunque desde el oficialismo aseguran que esta reestructuración busca eliminar «cargos innecesarios», la realidad muestra que se están debilitando las regulaciones que protegen a la industria nacional.
La eliminación de mecanismos de control, como los veedores de sector y los valores de referencia para la exportación, permite a los importadores operar con mayor libertad, lo que puede resultar en prácticas desleales como la subfacturación. Este debilitamiento de la regulación no solo favorece a los grandes importadores y exportadores, sino que también pone en riesgo a los productores nacionales, que se encuentran en desventaja ante una competencia desleal.
Desde el anuncio del cierre de la AFIP, los sectores de importación y exportación celebraron. La eliminación de las normativas que imponían controles y la simplificación de procesos aduaneros se traduce en una mayor rentabilidad para ellos. Mientras tanto, los productores locales se enfrentan a la incertidumbre y una presión competitiva insostenible.
La producción nacional en crisis
La historia económica reciente de Argentina nos ha mostrado que cuando se les da luz verde a los importadores, la producción local puede quedar hecha polvo. Al quitar las protecciones y regulaciones que antes defendían a nuestros productores, estamos abriendo la puerta a un modelo que depende de lo que viene de afuera. Esto puede hacer que suba el desempleo y que más gente termine sin trabajo.
Que se esté despidiendo gente y recortando sueldos en la AFIP justo cuando se acercan los vencimientos de impuestos, como el IVA y el Impuesto a las Ganancias, le mete más presión a las pequeñas y medianas empresas. Además, la duda sobre cómo van a funcionar los nuevos trámites en la ARCA solo suma nerviosismo entre los contribuyentes.
Qué pasa con los contribuyentes ante el cierre de la AFIP
Estamos en un momento clave del año con varios impuestos importantes que vencen, justo cuando termina la primera etapa de la moratoria, el blanqueo y el Régimen Especial de Ingreso de Bienes Personales. También hay que pagar el anticipo de la primera cuota del Impuesto a las Ganancias.
La verdad es que no está claro cómo se va a implementar toda esta reestructuración, que es más que nada un cambio administrativo. Se supone que no va a afectar las obligaciones fiscales de la gente, pero la carga de impuestos sigue igual: todos tienen que seguir pagando IVA, monotributo, ganancias y retenciones.
Aunque están diciendo que todo seguirá igual en los trámites digitales, ya hay mucha preocupación porque hay un montón de vencimientos acumulados. Además, el sistema tributario es complicado, con unas 45 tasas nacionales, unas 25 provinciales y más de 78 tasas locales. Ah, y otra cosa: la «nueva AFIP» no tiene página web porque el dominio arca.gob.ar ya está ocupado.
La ¿nueva? estructura fiscal
A todo esto, aunque muchos pensaban que íbamos a dejar de pagar impuestos, la realidad es que los argentinos seguimos con la obligación de cumplir. Entonces, ¿cómo va a impactar esto en los contribuyentes? Las autoridades dicen que los trámites digitales van a seguir igual, pero con menos personal y un cambio en las funciones, puede que la recaudación sea menos eficiente y se abra la puerta a más evasión fiscal.
Por otro lado, la Resolución General 5592/2024 trae nuevas fechas de vencimiento para los anticipos del Impuesto a las Ganancias, lo que complica aún más las cosas. Con plazos distintos según el CUIT de cada uno, el nuevo sistema puede generar un montón de confusiones. En especial para las pymes que no tienen los recursos para adaptarse a todos estos cambios de un día para el otro.
La reestructuración fue terrible para los empleados de la AFIP, que ya empezaron a organizar protestas por los despidos masivos y la baja de sueldos. Además, advierten que la AFIP no podrá funcionar en la misma capacidad que ahora. Ésto también, al final, va a afectar a los contribuyentes que necesitan una administración fiscal que funcione bien y de manera justa.
La charla sobre el cierre de la AFIP no se puede quedar solo en cómo se maneja el gasto público. Hay que pensar en lo que esto significa en un sentido más amplio, porque parece que la política económica está beneficiando a unos pocos mientras el resto se queda en la lona. Si no tenemos una base firme en la producción nacional, el país va a tener problemas mucho más grandes a futuro.
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