El Servicio Meteorológico Nacional emitió desde el lunes una alerta por la excesiva presencia de humo en las provincias del NEA y del NOA. Esto se debe a que el humo emitido por incendios que se están propagando por Bolivia, Brasil y Paraguay está cubriendo el cielo del norte argentino.
Los incendios forestales y de vegetación se originaron mayormente en el Amazonia boliviana y, al no controlarse, se fueron extendiendo por las zonas de Paraguay y Brasil. Las autoridades están emitiendo alertas y recomendaciones para evitar que el humo de estos incendios pueden causar problemas en la salud.
¿A qué se deben los incendios?
Los incendios en Brasil y Bolivia son el resultado de una combinación de factores, principalmente la sequía extrema y la actividad humana, que incluye prácticas agrícolas insostenibles y quemas intencionales.
Ambos países están experimentando una sequía sin precedentes, que ha sido calificada como la más grave en décadas. En Brasil, la sequía ha intensificado la actividad de incendios, especialmente en regiones críticas como el Pantanal y la Amazonía, donde se han reportado miles de hectáreas en llamas.
Muchos de los incendios son provocados intencionalmente para despejar tierras para la agricultura. Esta práctica, aunque común, ha salido de control, resultando en incendios que se propagan rápidamente debido a las condiciones secas y calurosas.
En Bolivia, las autoridades enfrentan serias dificultades para combatir los incendios, careciendo de equipos y recursos suficientes. Esto ha llevado a que los bomberos y voluntarios utilicen métodos rudimentarios, como ramas y agua escasa, para intentar controlar las llamas. El presidente boliviano Hugo Arce se encuentra movilizando a cerca de 3000 bomberos y contrató aviones cisterna para combatir el fuego que se propaga también por Brasil.
La situación ha llevado a la declaración de emergencias nacionales en ambos países, con el gobierno boliviano implementando sanciones más severas para quienes provoquen incendios. Sin embargo, organizaciones ambientalistas critican que estas medidas son insuficientes y piden un enfoque más integral para abordar las causas subyacentes.
En lo que va del año, el Amazonia brasileña registra más de 80.000 focos de incendio. Esto es el doble que el año pasado y, según las autoridades, prácticamente todos ellos fueron causados por el hombre.
La ONG Greenpeace ya denunció que a los 4 millones de hectáreas quemadas en Bolivia se suman 70.000 hectáreas en Paraguay que fueron consumidas por el fuego. Además, se advierte que la sequía se encuentra acelerando la propagación de los incendios en una zona que es considerada el pulmón del planeta.
El impacto
Los incendios han devastado vastas áreas, con más de 4 millones de hectáreas afectadas en Brasil, Bolivia y Perú. El humo resultante ha llegado a afectar la calidad del aire en regiones distantes, incluyendo el norte argentino, y ha provocado alertas sanitarias en varias ciudades.
Más de 5 millones de km2 de Brasil están cubiertos por el humo, es decir, un 60% del territorio brasileño, y el humo se está trasladando hacia el sur, llegando a cubrir Uruguay y la zona de Buenos Aires.
Frente a esta advertencia por presencia de humo, desde el Sistema de Alerta Temprana del SMN recomiendan evitar actividades al aire libre, protegerse las vías respiratorias y oculares, intentar no circular pero, en el caso de tener que hacerlo, tomar las precauciones en la ruta con baja visibilidad por humo, conducir despacio, mantener la distancia y utilizar las luces bajas, y, por último, mantenerse informado por las autoridades locales.
El SMN además emitió advertencias de la posibilidad de presencia de “lluvia negra” en varias provincias del país, que se genera por la combinación de humo con frentes fríos. Esta lluvia arrastra partículas contaminantes, resultado en agua sucia que afecta el entorno.
La exposición a la lluvia negra puede ser particularmente preocupante para personas con alergias, condiciones cardiovasculares o enfermedades respiratorias como asma o EPOC. El Ministerio de Salud de la Nación advierte que la calidad del aire en zonas afectadas podría seguir deteriorándose, aumentando el riesgo de complicaciones para personas con estas afecciones.
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