Los jubilados y las jubilaciones han sido uno de los temas principales de los últimos meses pero casi nunca por alguna propuesta feliz. Desde la caída tanto del poder adquisitivo de las jubilaciones como de la capacidad de consumo de medicamentos, los jubilados han sido el factor de ajuste favorito del Gobierno de Javier Milei. Hoy les toca una nueva: el aumento de la edad jubilatoria.
El Gobierno Nacional está impulsando modificaciones a la ley 20.744 de Contrato de Trabajo y propone aumentar la edad de jubilación para las mujeres. Además, busca implementar una reforma laboral ampliada y llevar a cabo una reestructuración del sistema previsional. Según los libertarios, el sistema previsional actual no es viable y afecta negativamente la estructura de recaudación del Estado.
Un funcionario cercano al presidente comentó a un medio nacional que «el hecho de que las mujeres se jubilen a los 60 años impacta significativamente en las finanzas. Esta normativa se ha vuelto obsoleta, ya que con una esperanza de vida que llega a los 90 años, los costos son mucho mayores que hace tres décadas. Nuestro objetivo es igualar la edad de jubilación para hombres y mujeres a los 75 años».
La verdadera edad jubilatoria
En realidad, en Argentina, la esperanza de vida promedio es de 76 años, con una expectativa de 79 años para las mujeres y alrededor de 73 años para los hombres. Hoy en día, esto significa que un hombre que se jubila a los 65 años tendría alrededor de 8 años de jubilación.
Si se incrementa la edad de jubilación, pasaríamos el resto de nuestras vidas trabajando, sin la oportunidad de disfrutar de un período de descanso digno en la vejez. De hecho, se estima que el 42% de los hombres y el 25% de las mujeres fallecerían antes de alcanzar la jubilación.
Ni hablar de las distintas cargas físicas y emocionales que tienen los trabajos. No podemos comparar labor de mano de obra pesada con trabajo de escritorio, pero eso tampoco viene al caso porque todos merecemos un descanso digno. Después de todo, no nacimos sólo para trabajar.
Otro problema: cómo se calcula la jubilación
Supongamos, además, que una persona llega a los 75 años y se jubila. La ANSES utiliza los últimos 10 años de aportes en relación de dependencia para calcular la jubilación, sin importar cuándo se hayan realizado esos aportes. Es decir, se consideran los últimos 120 meses de aportes en relación de dependencia para este cálculo.
Por ejemplo, alguien que comenzó a trabajar a los 18 años en relación de dependencia y a los 28 pasó a ser monotributista hasta el final de su carrera laboral, contará con los aportes que se realizaron entre sus 18 y 28 años.
También, si una persona ha trabajado 5 años en relación de dependencia y luego ha hecho aportes como monotributista, los primeros 5 años se contabilizarán por separado de los aportes del monotributo o autónomos.
Pero lo que más tiene que ver con el aumento de la edad jubilatoria es lo siguiente. En el caso de alguien que ha trabajado siempre en relación de dependencia, se considerarán los últimos 10 años de aportes, no los 10 mejores. Esto va a ser un gran problema para quienes se vean obligados a trabajar hasta los 75 años, cuando difícilmente sean sus mejores años.
La falta de oportunidades
Otro de los problemas de aumentar la edad jubilatoria es que no viene de la mano con las oportunidades laborales. Porque hay mucha gente mayor, que tiene muchísimo potencial y el mundo laboral parece ignorarlo. Puede incluso aportar a un emprendimiento mucho más que una persona joven porque no tiene las complicaciones, las responsabilidades de la crianza, por ejemplo.
En Argentina, el ecosistema empresarial tiene el potencial de ofrecer empleo a profesionales adultos capacitados. Sin embargo, muchas empresas enfrentan desafíos para integrar estos talentos en el mercado laboral.
Un ejemplo de este problema es el de las medicinas prepagas. Aunque no deberían existir restricciones de edad u otras limitaciones para acceder a prestaciones, algunas de estas empresas rechazan planes o tratamientos basándose en un supuesto límite de cobertura del Plan Médico Obligatorio.
Francia y la edad jubilatoria
En marzo, Francia aprobó una reforma del sistema de pensiones que aumenta gradualmente la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030. También incrementa el número de años de aportes necesarios de 42 a 43 para obtener la jubilación completa.
Los franceses salieron a quemar todo. No sólo era un proyecto impopular sino que también se aprobó usando el decreto 49.3, una herramienta constitucional que permite al presidente aprobar leyes sin discutirlas en el parlamento si se prevé una gran oposición (como un DNU). Aunque el Senado apoyó la reforma, se esperaba que la Asamblea Nacional la rechazara.
Esta decisión llevó a que miles de personas, junto con sindicatos y organizaciones sociales, salieran a protestar en el Día del Trabajador. Los manifestantes consideraron que la reforma es una falta de democracia y un retroceso social, y pidieron una consulta popular para decidir sobre la medida.
El anuncio fue recibido con abucheos por 3.000 manifestantes congregados frente a la Alcaldía de París. «Vamos a seguir, intensificaremos las manifestaciones, Macron tendrá que dar marcha atrás», declaró John Barlou, un francés de 37 años. Tal vez Argentina debería prestar atención a los galos en este tema.
El fracaso de las AFJP y su posible retorno
En la reforma provisional de Milei se ha propuesto, nuevamente, la introducción de un sistema jubilatorio privado, similar a las famosas Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Para comprender el drama de las AFJP, tenemos que volver a los 90, década gobernada por el ídolo de Milei. En 1994 durante la primera presidencia de Carlos Menem, se promulga la ley 24.241 que creó el llamado Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP) administrado por empresas privadas (AFJP).
Esta reforma también incluía una trampa: los trabajadores que optaran por el sistema privado no podían regresar al sistema estatal de reparto, lo que llevó a una privatización de los servicios sociales. Además, la ley no permitía ajustes en los aportes ni garantizaba la protección del dinero depositado.
Mientras el Estado seguía pagando a los jubilados con el antiguo sistema, perdía ingresos porque las nuevas contribuciones se destinaban al sistema privado. Esto obligó al Estado a endeudarse para cubrir el déficit. A pesar de las promesas de mejores pensiones, el sistema privado no cumplió, ya que los ahorros podían no crecer o incluso perderse, dependiendo de cuándo se jubilara cada persona.
Es muy posible que el Gobierno Nacional haya testeado las aguas, hablando de una jubilación a los 75 años para que los ciudadanos no se quejen de una jubilación a los 65, pero la idea es la misma: vivir para trabajar y aportar a un privado.
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