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Lunes 09 de diciembre de 2024
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Ayudar o disciplinar: la evolución de los Planes Sociales en Argentina

El camino al infierno está plagado de buenas intenciones, la historia de los planes sociales también. Desde Menem, pasando por todos los Presidentes hasta el día de hoy, los planes sociales han tenido un vaivén de progreso y regresión.

El camino al infierno está plagado de buenas intenciones, la historia de los planes sociales también. Desde Menem, pasando por todos los Presidentes hasta el día de hoy, los planes sociales han tenido un vaivén de progreso y regresión.

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El Ministerio de Capital Humano no ha dejado de tener escándalos desde hace semanas. La Ministra Sandra Pettovello no da pie con bola y su más acérrimo defensor, el Presidente Javier Milei usó su as bajo la manga: culpó al kirchnerismo. Esto generó una respuesta por parte de la ex-Presidenta Cristina Fernández de Kirchner que mostró cuáles fueron los verdaderos indicadores del kirchnerismo, los planes sociales y el Ministerio de Pettovello.

Los planes sociales siempre han sido causal de controversia: que sí existen, que si no, que si son una herramienta de control, que sin ellos no se puede, que si son generadores de pobreza y otras tantas opiniones que seguramente han sido evocadas tanto por conocedores de causa como lo contrario.

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¿Qué es un plan social?

Un «plan social» es un programa implementado por el gobierno para brindar asistencia económica y/o servicios sociales a personas en situación de vulnerabilidad o necesidad. Estos planes están dirigidos a sectores de la población que enfrentan dificultades económicas, como desempleo, pobreza extrema, discapacidad, entre otros.

Los planes sociales pueden incluir diversos beneficios, como subsidios monetarios, alimentos, atención médica, vivienda, educación y capacitación laboral, entre otros. Estos programas tienen como objetivo principal mejorar las condiciones de vida de las personas más necesitadas y ayudarles a superar situaciones de pobreza y exclusión social.

¿Se puede vivir de los planes sociales?

Los planes sociales en Argentina proporcionan un apoyo económico que puede ser vital para muchas personas y familias. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el dinero que se recibe a través de estos planes no es suficiente para cubrir todos los gastos necesarios para vivir dignamente. 

Es por eso que, aunque estos programas pueden brindar cierto alivio y ayudar a cubrir algunas necesidades básicas, no suelen ser suficientes para permitir que alguien viva exclusivamente de ellos sin otras fuentes de ingresos.

Por otro lado, no son tan fáciles de conseguir. Los planes sociales a menudo están sujetos a condiciones y requisitos específicos, como demostrar necesidad económica, cumplir con ciertos criterios de elegibilidad y, en algunos casos, participar en actividades de capacitación o empleo.

Además, no todas las personas que solicitan estos programas pueden acceder a los planes sociales, y aquellos que lo hacen pueden enfrentar limitaciones en cuanto a la cantidad de fondos que reciben y por cuánto tiempo los ayudarán.

Datos del programa Plan Trabajar, aplicados durante el menemismo.

Planes sociales con Menem: se asoma la cabeza

Irónicamente, los planes sociales surgen durante el menemismo. La Resolución N° 576/1995 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTySS) marcó el inicio del Programa Trabajar I en 1995. Este programa, que posteriormente evolucionó en sus versiones II y III, representa los primeros pasos hacia lo que conocemos como «planes sociales».

El Programa Trabajar tenía como objetivo principal la creación de empleo temporal para individuos desempleados, para realizar actividades dentro de sus propias comunidades. Los beneficiarios tenían que estar desempleados pero no recibir beneficios como seguro de desempleo ni participar en otros programas laborales del Ministerio. La ayuda era de $200 mensuales, financiada por el Fondo Nacional de Empleo.

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En un estudio del CONICET: “Políticas Públicas de Empleo I 1989-1999” coordinado por Julio César Neffa, hay un interesante cuadro con la cantidad de beneficiarios aprobados en los programas Trabajar II y III. El número alcanzaba los 649.896 beneficiarios en ese entonces.

Eduardo Duhalde anunciando el Plan Jefes y Jefas de Hogar.

Planes sociales con Duhalde: el padre de la criatura

Durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde (2002-2003) se implementaron varios programas sociales en respuesta a la crisis post-estallido del 2001. Estos planes tuvieron como objetivo principal proporcionar asistencia a los sectores más afectados por la crisis y ayudar a mitigar los impactos del desempleo y la pobreza.

Uno de los programas más destacados fue el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (PJyJHD), lanzado en abril de 2002. Consistía en un beneficio económico de $150 a jefas y jefes de hogar desocupados con hijos/as menores de 18 años a cargo, o discapacitados de cualquier edad.

La visión del duhaldismo aspiraba a que estos programas, que alcanzaron a aproximadamente 2.000.000 de familias, adoptaran una perspectiva universal con al menos dos metas en mente: sosegar los sectores más afectados por la crisis y disminuir la presencia de organizaciones de desempleados que permanecían en las calles.

Néstor Kirchner entre la gente.

Planes sociales con Kirchner: el descenso

El Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (PJyJHD) comenzó en 2002 con más de 2 millones de beneficiarios, experimentando una ligera subida en 2003 antes de declinar progresivamente. Para 2010, solo 93.922 personas recibían este beneficio. Su desaparición se atribuyó a la reducción del desempleo y al lanzamiento de nuevos programas sociales, como el “Plan Familias por la Inclusión Social” y el “Plan de Capacitación y Empleo”.

La introducción de la “Asignación Universal por Hijo” (AUH) en 2009 marcó un cambio significativo, incorporando a millones de niños de familias en situación de desempleo e informalidad.

Paralelamente, se lanzó el “Programa de Inclusión Social con Trabajo” (PRIST), también conocido como “Argentina Trabaja», que requería la organización en cooperativas para acceder al beneficio. Este enfoque representó un cambio respecto a la dinámica previa, donde los demandantes de empleo eran los que solicitaban ayuda estatal.

El PRIST, con su énfasis en la organización cooperativa, reflejaba la experiencia y el activismo de los movimientos piqueteros y las empresas recuperadas por sus trabajadores. A través de este programa, se formaron miles de cooperativas entre 2009 y 2015, llevando a cabo diversas tareas municipales.

Recién en 2013, cuando se incorporó una línea complementaria (Ellas Hacen), destinada a financiar cooperativas de mujeres, alcanzó los 227.444 beneficiarios y cerró en 2015 con 207.842 activos.

Mauricio Macri evaluando acortar a un año el Hacemos Futuro.

Planes sociales con Macri: vuelta al ascenso

En diciembre de 2016, se aprobó la Ley de Emergencia Social, con medidas destacadas como la creación del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular y el Salario Social Complementario (SSC), que complementaba los ingresos de diversos sectores informales. Básicamente, los planes pasaban a llamarse Salario Social Complementario.

Un poco después, en el 2018, el gobierno de Cambiemos lanzó el plan “Hacemos Futuro”, que integraba programas anteriores como el “Argentina Trabaja” y el “Ellas Hacen”, priorizando la finalización de estudios y la capacitación técnica. Este enfoque fue criticado por su carácter meritocrático.

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Cambiemos finalizó 2016 con 232.000 titulares del PRIST. En 2017 se alcanzó los 260.994 beneficiarios y otros 164.123 correspondientes al naciente Salario Social Complementario (SSC), sumando un total de 425.067 personas, más del doble que en el final del kirchnerismo. 

En 2018 subió todavía más (517.043), divididos en 269.874 del SSC y 247.169 del Hacemos Futuro. El último año de gestión, entre ambas modalidades se alcanzó a 551.730 personas.

Alberto Fernández dando un comunicado sobre la pandemia del COVID-19.

Planes sociales con Fernández: el único soporte

Hasta ahora, la hipótesis de Cristina es cierta, los planes disminuyeron durante sus mandatos, el problema se da cuando entra a jugar un factor terrible a nivel global: la pandemia del COVID-19. En este período, los beneficiarios de planes sociales llegaron a 1.152.577 solicitudes en el pico de la pandemia.

Durante la presidencia de Alberto Fernández, los planes sociales se mantuvieron como una parte fundamental de la política social del gobierno, especialmente en el contexto de la pandemia de COVID-19 y sus impactos económicos. Uno de los principales programas sociales durante este período fue la AUH.

Además, se implementaron programas de ayuda económica como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que brindaba un subsidio mensual a trabajadores informales, monotributistas sociales y desempleados durante la crisis sanitaria. El gobierno también trabajó en políticas de inclusión laboral a través de programas como el Potenciar Trabajo.

Milei anuncia que “los planes sociales no se cortan, van a ser redefinidos”.

Planes sociales con Milei: las organizaciones sociales como enemigo

En febrero del 2024, el Gobierno de Javier Milei anunció que eliminaría el plan Potenciar Trabajo, en pos de “reducir la injerencia de las unidades de gestión, que controlan las tareas que realizan los beneficiarios y que, en muchos casos, están vinculadas con las organizaciones sociales”.

En su lugar, dividió el Potenciar Trabajo en dos nuevos planes sociales: “Volver al Trabajo” y “Acompañamiento Social».

Pero la cantidad de beneficiarios no es el principal tema de Milei con respecto a los planes sociales. En mayo, se armó una causa judicial que investiga «extorsión y coacción» a beneficiarios de planes sociales.

Pero para muchos, esto no parece ser más que un intento del Gobierno de Javier Milei de querer construir un enemigo en las organizaciones sociales. Irónicamente, lo único que efectivamente encontró la justicia cuando investigó a las organizaciones sociales es que éstas tenían razón acerca de los alimentos que el Gobierno no estaba entregando.

A pesar de la variación de los números de cada gobierno mencionado, los planes sociales no parecieran tener un efecto directo al momento de las elecciones y del apoyo a cada gobierno, puesto que cada gestión ha mostrado distintos resultados (positivos y negativos), más atados al descontento o satisfacción general con la gestión, que con la distribución de planes sociales.

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