“Confío que mi decisión contribuirá a la paz social y a la continuidad institucional de la República”, fueron las últimas palabras del ex Presidente al frente del Gobierno, horas antes de subirse al helicóptero con el que escapó de la Casa Rosada.
Su carrera política la había comenzado en Córdoba, su provincia natal, hasta que se mudó a Buenos Aires, en 1963, donde se desempeñó como asesor jurídico del Ministerio del Interior por su profesión de abogado. Había intentado en dos ocasiones llegar a la Casa Rosada antes de la elección de 1999. La primera fue como candidato a Vicepresidente de Ricardo Balbín, que perdió por más del 60% frente a la fórmula Perón-Martínez. La segunda fue luego del retorno a la democracia, cuando perdió las elecciones internas contra Raúl Alfonsín.
En 1996, De La Rúa había sido electo para el cargo de Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y esto le permitió forjar su candidatura presidencial. Fue así que construyó la “Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación”, la cual estuvo integrada por la UCR, referentes peronistas, y el Frente País Solidario (FREPASO), que se asumió en contra del ex Presidente Menem.
El cordobés se había apropiado del discurso en contra del justicialista riojano que, hasta entonces, gobernaba la Nación. Su principal objetivo político sería, tal como resonó en su campaña electoral, “acabar con la corrupción de Menem”.
Sin embargo, la primera situación que debilitó fuertemente su reciente llegada al Gobierno estuvo relacionada a un hecho de corrupción: supuestas coimas a Senadores nacionales para que aprobaran una ley de Reforma Laboral. Esto derivó en la renuncia de su Vicepresidente, “Chacho” Álvarez, quien buscó despegarse de lo sucedido.
Desaciertos en la economía y falta de legitimidad política
Tal vez dos aspectos claves para entender la renuncia del ex Presidente Fernando De La Rúa, en el dramático contexto en que se dio, fueron los desaciertos en la gestión económica y la falta de legitimidad política.
“El INDEC había informado que la pobreza había llegado al 38,3%, pero, a raíz de los cambios metodológicos y estimaciones del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) se indicó que el número exacto fue del 46%, es decir, unas 16.679.659 personas”
Su plan de Gobierno era “recuperar la confianza externa bajando el déficit fiscal sin salir de la convertibilidad”, sin embargo, sus Ministros, a pocos meses de asumir la Presidencia, aseguraban que el país ya no era creíble para los países extranjeros y la falta de acuerdo con el FMI anticipaba la situación de default.
La renuncia del Vicepresidente Álvarez se había convertido en una situación que deslegitimó, un poco más, políticamente, la presidencia del cordobés, pero la posterior renuncia de su Ministro de Economía, José Luis Machinea, y quien lo sucedió en el cargo, Ricardo López Murphy, debido a las políticas de ajuste que quisieron implementar, aceleraron el desgaste.
Más tarde llegaría al Gabinete presidencial Domingo Cavallo, quien había sido Ministro de Economía de Menem, uno de los personajes más recordados de aquella época por haber implementado el “corralito”, es decir, el límite de extracción de dinero de 250 pesos semanales, para sostener la convertibilidad (que el peso argentino se mantenga 1 a 1 con el dólar). Se puede decir de este funcionario que fue quien acabó por secar la última gota de confianza que había logrado retener el gobierno de De La Rúa.
Cavallo había significado, no sólo un funcionario dispuesto a implementar un duro ajuste en medio de una situación económica muy difícil para el país (algo que ya había puesto en marcha el justicialista riojano durante su mandato), sino también la ruptura del Gobierno con la UCR. A esto se sumó la falta de acuerdos políticos que había buscado De La Rúa, en su máxima desesperación, con el peronismo y otros sectores de la sociedad civil, como los sindicatos.
El dramático 19 de diciembre
Acorralado por la falta de legitimidad política, la gestión económica y los crecientes índices de pobreza, los casos de corrupción de los que se le había acusado y las múltiples movilizaciones de la sociedad civil que pedían su renuncia al grito de “Que se vayan todos”, el 19 de diciembre de 2001 De La Rúa decidió decretar el estado de sitio, algo que sólo agravó más la furia social.
La medida desató múltiples saqueos a supermercados y locales comerciales del país, así como una serie de violentas protestas que terminaron con un saldo de 39 muertos y un millar de heridos.
Fue cerca de las 19:50 horas, del jueves 20 de diciembre, que el mandatario subió a la azotea de la Casa Rosada y se alejó del microcentro porteño en helicóptero.
Vale acotar que, poco antes de la renuncia del radical, el INDEC había informado que la pobreza había llegado al 38,3%, pero, a raíz de los cambios metodológicos y estimaciones del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) se indicó que el número exacto fue del 46%, es decir, unas 16.679.659 personas.
No había más por hacer. Al menos, así lo entendió De La Rúa al día siguiente de ver fracasar sus decisiones para mantener el orden social y sostener su mandato presidencial. Fue cerca de las 19:50 horas, del jueves 20 de diciembre, que el mandatario subió a la azotea de la Casa Rosada y se alejó del microcentro porteño en helicóptero.
Además del saldo de muertos, heridos, de personas que pasaban a integrar la línea de pobreza y la crisis institucional que significó para la Argentina, la renuncia de De La Rúa provocó la llegada de cinco presidentes en once días y anticipó un índice de pobreza que alcanzaría su récord en 2002, del 66%.
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