Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y el Ministerio de Trabajo y Economía Social indican que España tiene una tasa de desempleo superior al 16%, ubicándola en niveles cercanos a la recesión del 2008, última gran crisis de la que se tiene registro.
Sin duda esta suba abrupta en el número de parados en el país hace referencia a dos grandes cuestiones que están directamente relacionadas: la primera es la caída del turismo como resultado de la pandemia del COVID-19, siendo España el país más perjudicado de la región, ya que el sector del turismo es una de las fortalezas de la economía nacional.
Siguiendo con esto, la caída del consumo interno hizo que los niveles de empleos demandados se desplomen, afectando a la población jóven de entre 18 y 25 años.
Pero no creamos que esta situación de crisis es individual de este país, en líneas generales, el conjunto de la Unión Europea cerrará un 2020 con más del 12% de caída en su PBI (mucho más que el de Paraguay que solo caerá un 1,5%) y en el caso de España se espera un 14,1% de retroceso en el Producto Bruto.
Esto nos da la pauta que la pandemia del COVID-19 generó un impacto negativo en las economías más fortalecidas antes de su aparición y dejó un velo de desempleo, empresas cerradas y sectores en jaque.
Pero en España se da una cuestión particular, el número de personas que pudo sumarse al mercado laboral también creció, lo que es una noticia alentadora para el país porque esto indica que sube la población económicamente activa, lo que da buenas señales para la recuperación.
El paro “oculto”
El paro es una jerga que se usa en el país ibérico para referirse a los “parados”, son lo que en el castellano universal se conoce simplemente como desempleados.
Actualmente hay 3.7 millones de personas en el paro, esta cifra es resultado de una estadística oficial que reúne a aquellas personas en condición de trabajar que buscan empleo y no lo consiguen, y aquellos que perdieron el mismo recientemente.
A la cifra “oficial” se le suma lo que muchos españoles llaman “el paro oculto”. Esto tiene que ver con aquellos trabajadores que siguen en actividad pero subsidiados por el Estado.
Durante esta pandemia, el Estado español asumió distintas cargas sociales e impositivas de los empleadores para poder resguardar el empleo, así, aplicó el ERTE -lo que en Argentina conocemos como ATP- lo que le significó una erogación de 12.000 millones de euros desde marzo.
La cifra de desempleados seguirá creciendo y más con la segunda ola de COVID-19 azotando el viejo continente. El bloque europeo deberá seguir con sus medidas proteccionistas para proteger a los sectores de servicios quienes se ven perjudicado por la falta de movimiento social.
Por su parte, las autoridades españolas ya planean la extensión del subsidio ERTE, al menos hasta que esta segunda ola de la enfermedad merme que desde septiembre hasta la fecha tiene una cifra de contagios masivos.
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