Desde que se declaró la pandemia por el COVID-19 en marzo de este año, los números del turismo no dejaron de caer. Esto se debe a que la medida sanitaria más aconsejada por las autoridades internacionales fue la restricción de circulación entre países para evitar la propagación del virus.
Esto generó una merma casi absoluta del flujo turístico internacional, debido a que 700 millones de personas no se movilizaron con estos fines, estancando la economía e impactando en el sector de servicios de países como España o Italia, además del fuerte golpe al mercado del turismo en el sudeste asiático.
Las estadísticas marcan una caída del 70% interanual esta cifra da de una comparación entre los números del 2019 comparados con el 2020. Por ejemplo, agosto marcó un desplome de más del 80% puesto que es el mes fuerte del verano en Europa, Estados Unidos y el sudeste asiático.
Regiones más afectadas
La Organización Mundial del Turismo, ente regulador que analiza el cotidiano del sector mundial, publicó las estadísticas de este 2020.
Regiones del mundo como Asia Pacífico que aúna a países como Tailandia, Malasia, India o Mongolia, recibieron un 79% menos de turismo en relación al 2019. África, por su parte, es duramente golpeada en estos términos, ya que un 68% menos de personas viajaron a sus países para turistear.
El viejo continente es una de las regiones que más explota el turismo. Por ejemplo, España es el segundo país del mundo que más turistas recibe, con más de 65 millones de personas por año, siendo la Alhambra de Granada el segundo monumento más visitado de Europa, solo detrás de la Torre Eiffel.
Europa recibió un 67% menos de turistas en relación al 2019; en junio, España perdió casi 10 millones de viajeros.
Finalmente, el continente americano fue afectado, especialmente en el norte, con Estados Unidos como mayor perjudicado. Por otro lado, el cambio de estacionalidad en el sur del continente hace que recién se este palpitando el verano.
Esto le da un margen de maniobra a los distintos gobiernos que ya planean la temporada que estará marcada por la prevención y responsabilidad social para contener al COVID-19.
En Europa los gobiernos decidieron abrir las fronteras entre los países de la Unión o incluso Uruguay para que disfruten el verano europeo, que de por sí fue particular y menos concurrido que los anteriores. Esto devino en un posterior segundo brote de COVID-19, que azota actualmente a los países europeos.
En Latinoamérica los países preparan su temporada de verano con estrategias basadas en la responsabilidad social y el cuidado colectivo, enfocando la mirada en el turismo interno y regional con países vecinos.
Un ejemplo es Paraguay, país que reabrió sus fronteras y retomó su actividad comercial en términos de vuelos internacionales con Argentina, Brasil, Uruguay, México y Estados Unidos.
Argentina, por su parte, retomó casi en su totalidad el turismo interno, viviendo en varias zonas turísticas, un reflote de la economía con buenos indicios para el sector. Específicamente en Misiones, el Gobierno de la provincia plantea una serie de planes económicos para incentivar el turismo interno y nacional, generando confianza en el sector privado y perspectivas para los consumidores.
La temporada de verano será una prueba para los gobiernos provinciales y los distintos países de la región, puesto que las pruebas de los países europeos fueron negativas y las estrategias planteadas para retomar las actividades turísticas serán analizadas postemporada con esperanzas de resultados positivos, tanto económica como epidemiológicamente.
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